Ramos redebuta con el Sevilla 6.595 das despus y el equipo consigue su primera victoria | LaLiga EA Sports 2023 | elmundo.es

El defensa sevillano estuvo serio y comedido y salv un gol en el duelo contra Las Palmas.

«Historia, valores y tradicin», se lea en el tifo desplegado en el fondo norte. Sobre las palabras, una imagen majestuosa de Alhaji Momodo Njie, Biri Biri. Era la bienvenida a Sergio Ramos por parte de los Biris Norte. El resto del Ramn Snchez-Pizjun, vido de puntos, no estaba para homenajes.

Tres partidos, tres derrotas. Mendilibar cuestionado. El palco sealado. Sergio Ramos se cruja los huesos del cuello mientras sonaba el himno a capela. «Y es por eso que hoy vengo a verte, sevillista ser hasta la muerte». El camero miraba al cielo. Dorsal nmero 4. Camiseta blanca, cuello rojo, sol radiante tras la lluvia. Y el baln ya en juego.

Apenas un minuto tard la Unin Deportiva Las Palmas en poner en peligro a Dmitrovic. Sergio Ramos jugaba con Loc Bad a su derecha. Pedrosa a su izquierda. Muy cerca, su amigo Jess Navas. La ltima vez que jugaron juntos Jess y Sergio en los pubs se bailaba ‘La camisa negra’ de Juanes, Sony sacaba la PSP y Diego Forln acababa de ser pichichi. El equipo blanquirrojo a lo de siempre. Intensidad estril. Intrascendencia en el mediocampo. Posesiones cortas y finalizadas con urgencia. Centros laterales. Tibieza.

lvaro Valles, el portero sevillano del equipo canario, le discuta el protagonismo al central retornado. Los nervionenses atacaban en vano. Ramos jugaba con precaucin, sin riesgos, soltando la pelota rpido, sin conducciones profundas, sin pases largos, sin hambre de aplausos. Nada. Con la severidad metlica de un mueco de futboln. Como si, con su moderacin, quisiera reencontrarse con el afecto de los suyos. Suba, eso s, en los saques de esquina, y pugnaba con el 4 rival, el defensa lex Surez. Pero su primera mitad pas desapercibida. Las Palmas, con poco, encajonaba a los anfitriones. El descanso destens a la grada.

Tras el vestuario, lleg la ansiada ovacin. El oxgeno del nimo. La miel del aplauso tras 6.595 das de su debut. Dispar Sandro en el rea. Repeli como pudo Dimitrovic. Sory Kaba caz el rechazo y fusil a puerta vaca. Sergio Ramos se lanz a la desesperada y con el hombro salv el gol.

Redencin

«Si lleva el escudo, es de los nuestros», deca un padre de familia con camiseta Joma en los alrededores del estadio. «El ftbol tiene memoria pero a m ya se me empiezan a olvidar las cosas», contestaba socarronamente un seor de pelo cano y camisa floreada. Ramos se entonaba sobre el csped. Cuerpeaba con los delanteros. Gritaba a sus compaeros. Peda al equipo que subiera. Era la nica redencin posible. Ser imprescindible, jugarse las tibias, sufrir por amor.

En el 71, En-Nesyri se elev en el rea y cabece picado uno de los centros desde el costado. Valles vol y salv temporalmente el gol, pero Lukebakio se hizo con el baln rebotado y dispar con rabia a la red. Redebut y victoria. Sonaba bien. Las Palmas se volc contra la portera de Dmitrovic. Ramos templaba los nimos de los suyos. Con severidad pero sin estruendos, con concentracin pero sin capitanas. Serio, formal, lejos del futbolista histrinicamente racial que lider la zaga del Real Madrid. Como si quisiera acompaar su edad con un carcter nuevo. Una madurez extremada que sentaba bien al futbolista y al equipo.

Tatuajes y aplausos al aire. Cruces de tinta. Todos los ttulos a los que puede aspirar un futbolista europeo en sus espaldas. Y un regreso. Un regreso tmido. Los partidos irn desatando los nimos, la competicin abrir la jaula a las bestias. Pero Sergio Ramos volvi al csped del Snchez-Pizjun como un canterano que juega un puado de minutos con el primer equipo. Con idntica cautela. Con reverencial respeto a la grada. Como si no viviera un retorno, sino el primer ao de una futura carrera. «Reencontrarme con mi casa ha sido algo maravilloso», dijo tras el partido. El ftbol nunca ser frontera.