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El castigo bursátil del fanatismo ESG en Europa

El castigo bursátil del fanatismo ESG en Europa

Hace casi dos décadas resultaba casi imposible que el mundo de la inversión enarbolara el ESG. Con el paso del tiempo en Europa lo estamos blandiendo con tanta virulencia que nos acercamos al fanatismo. El postureo sostenible empieza a ser de tal magnitud que se ha agravado ese aserto que hace una década empezamos a escuchar de que China fabrica, EEUU innova y Europa regula.

Seguramente esta es una de las razones que expliquen por qué mientras en los últimos ocho años el principal índice de la bolsa europea ha ofrecido una rentabilidad del 50%, el estadounidense ha logrado un 140%. Esta enorme diferencia no es garantía de que tenga que seguir repitiéndose, pero hay razones de peso para que Estados Unidos lo siga haciendo mejor y haya que pagar un multiplicador mucho más alto por el beneficio de sus empresas. En Europa nos hemos estigmatizado con políticas de transición energética, generándonos una dependencia peligrosa a políticas de reducción de emisiones que no se pueden alcanzar si no se toman más medidas necesarias. Por el contrario las políticas económicas y energéticas de EEUU se han volcado en una apuesta decidida por encontrar autosuficiencia en la generación de energía y consumo, incluyendo el shale gas.

La inversión socialmente responsable se creó en Europa con unos toques de fanatismo que caló entre los inversores, mediante prohibiciones de determinados sectores, y esto ha tenido consecuencias. En los dos últimos años los CEO o los consejos de administración de las compañías anteponen el intangible del ESG, y desvirtúan la verdadera razón por la que se invierte: la rentabilidad económica con un impacto positivo.

En un reciente acto celebrado por elEconomista.es, en sólo unos minutos, me quedé con tres frases que marcan esta época. Gonzalo Gortázar, CEO de Caixabank: «Antes estábamos acostumbrado al binomio retorno y riesgo sin tener en cuenta el impacto en el planeta. A la hora de conceder un crédito también hay que medir este tercer vector». Mario Ruiz-Tagle, responsable de Iberdrola de España: «La ONU nos dice que hemos abierto las puertas del infierno con el cambio climático, pero la primera ley de la autonomía estratégica es la autonomía energética«. Bernardo Velázquez: «Los fabricantes chinos han pasado en una década de producir el 10% al 60% del acero».

Iván Martín, el fundador de Magallanes, nos decía hace poco «que el caldo de cultivo europeo no es el óptimo para que una empresa se desarrolle, crezca, suba precios, compita y compre competidores. No es casualidad que estas decisiones con unos objetivos borrosos en Europa, con un entorno regulatorio hostil, hayan creado micro desventajas competitivas de compañías europeas respecto a sus homólogas norteamericanas. En EEUU lo analizan y saben que sus comparables europeas están a la mitad de la valoración, pero no quieren meterse en un charco».

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es

Publicado el: 2024-02-03 07:58:25
En la sección: elEconomista Mercados

Publicado en Economía y Finanzas

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