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el filósofo cordobés que renovó el pensamiento medieval

el filósofo cordobés que renovó el pensamiento medieval

Abú Walid Muhammad ibn Rusd, conocido en Occidente como Averroes, nació en Córdoba el año 1126 dentro de una familia de prestigiosos juristas y murió en la ciudad de Marrakech en 1198, aunque fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de Ibn Abbás en su ciudad natal por expreso deseo suyo.

Sabemos que además de las enseñanzas coránicas y jurídicas en el ámbito familiar, tuvo dos notables maestros de derecho islámico y que recibió enseñanzas de medicina de otros dos maestros, uno levantino y otro extremeño. Este último, llamado Ibn Harún de Trujillo, residía en Sevilla y «conocía bien las ciencias filosóficas», según nos informa una fuente histórica.

Dado que no tenemos más referencias a su formación filosófica, podemos suponer que influyó en ella el filósofo zaragozano Avempace, que fue el primero que en la Europa medieval comentó los escritos físicos y biológicos de Aristóteles, entre ellos la Física y el tratado Sobre el alma. Averroes lo cita con frecuencia y siempre elogiosamente. Es muy probable que también influyera en Averroes él Ibn Tufayl, filósofo y médico granadino con quien compartió el ejercicio de la medicina en la corte de Marrakech, por entonces capital del Imperio almohade.

La lectura y estudio de las traducciones árabes del corpus aristotélico, así como de las obras de al-Farabi completan el cuadro general de su aprendizaje filosófico. Trabajador infatigable más allá de sus tareas como juez mayor en Sevilla y Córdoba, según nos cuenta su primer biógrafo solo dejó de estudiar dos noches desde su juventud, la de su boda y la de la muerte de su padre. Escribió unos 10.000 folios de tema jurídico, médico y filosófico.

El siglo XII en el que vivió está marcado políticamente por el dominio del Imperio almohade a ambos lados del Estrecho de Gibraltar. En contra de las acusaciones de fanatismo de que fueron víctimas estos gobernantes —difundidas a partir de Renan en el siglo XIX—, la filosofía fue protegida y con ella los hombres de ciencia andalusí, entre los que destacaban el médico sevillano Avenzoar, el filósofo granadino Ibn Tufayl y el propio Averroes. Los omeyas cordobeses fomentaron la cultura y el desarrollo de la vida urbana, a partir sobre todo de Abderrahmán II, siguiendo así por extraño que parezca el modelo oriental de los califas abasíes, pero persiguieron la filosofía como conocemos por las fuentes históricas, en especial Ibn Hayyán.

La caída en desgracia de Averroes y su posterior destierro fueron provocados por los sectores conservadores de alfaquíes y ulemas, es decir, juristas y eruditos islámicos, a los que se sumó la oligarquía cordobesa que estaba furiosa por la crítica social y política contenida en su Exposición de la República de Platón. El califa al-Mansur revocó la condena y trajo consigo a la corte de Marrakech a nuestro filósofo. Hasta qué punto era una decisión firme a su favor se puede deducir del hecho de que su hijo Abú Muhammad fue nombrado médico de cámara, cargo de la máxima responsabilidad respecto a la salud del califa y su familia. (He estudiado en detalle el proceso en mi libro Averroes, el sabio cordobés que iluminó Europa).

Más que un filósofo: Medicina, derecho y filosofía

Habitualmente consideramos solo la producción filosófica de Averroes olvidando su contribución a otros campos del saber. Ello se debe a que su obra jurídica está centrada, como es lógico, en el fiqh o derecho islámico, lo que le proporcionó tal fama en el mundo árabe que eclipsó su labor como filósofo.

Por otra parte, su enciclopedia médica gozó de prestigio en Europa, donde se tradujo al latín e incluso fue manejada en las universidades, pero acabó siendo oscurecida por la brillantez y amplitud del Canon de medicina del filósofo-médico persa Avicena que estuvo de manual en las Escuelas de la especialidad europeas hasta mediados del siglo XVII, siendo considerada como una especie de Biblia médica por los estudiantes.

Desde el punto de vista literario predominan en su extensa obra los Comentarios, que ya se venían empleando dentro del mundo islámico en los campos de la medicina y el derecho. Se dialogaba en ellos con un autor a través de las fuentes, lo que llevaría más tarde a una innovación en el método escolástico al centrar la enseñanza en los textos filosóficos y no en los manuales. Comentó a Platón (República), Porfirio (Isagogé), Galeno (diversos tratados médicos), Alejandro de Afrodisia, Temistio, al-Farabi (escritos lógicos), Ptolomeo (Almagesto), Algazel (La incoherencia de los filósofos) y Avicena (Poema de la medicina y Sobre lo contingente y lo necesario). Su autor preferido fue sin embargo Aristóteles, del que comentó hasta en tres niveles de lectura (Compendios, Paráfrasis y Comentarios literales) toda su obra, salvo la Política que no llegó a manejar. Pasó a la historia como el Comentador aristotélico por excelencia, según lo describió el Dante en la Divina Comedia.

El filósofo musulmán andalusí Ibn Bayyah, conocido en español como Avempace. Obra por artista anónimo del siglo xx.Álbum

También escribió obras originales de muy diferente contenido: la Bidaya, extenso tratado de Derecho islámico; el Kulliyyat o Libro de las generalidades de la medicina; Fasl al-maqal o Tratado decisivo, de contenido filosófico-teológico; Sobre la triaca, donde estudia este antídoto contra toda clase de venenos; y el pequeño tratado cosmológico titulado en la versión latina De substantia orbis (Sobre la substancia del universo).

Ya que nos centraremos en sus escritos filosóficos y en su influencia posterior, aludiré con brevedad a sus dos grandes obras de derecho y de medicina. En la Bidaya estudia los fundamentos del derecho islámico considerando las posiciones de las distintas escuelas jurídicas. En contra de la mera repetición tradicional y de la casuística, intenta que el jurista pueda decidir por sí mismo en las cuestiones disputadas mediante un esfuerzo racional.

En los 71 capítulos o libros que integran la obra se plantean materias de muy distinta naturaleza desde nuestra perspectiva: las prescripciones religiosas, temas abordados en nuestro derecho civil y mercantil y otros pertenecientes al derecho penal y procesal. En caso de contradicción entre la jurisprudencia y la ciencia, se inclina a favor de la ciencia como criterio decisivo. Como novedad aparece el reconocimiento del derecho de las mujeres en asuntos matrimoniales y a favor de su participación en la vida pública al admitir su acceso al cargo de juez.

Ibn Tufayl (h. 1105-1185) junto a un científico cristiano, supuestamente Euclides (h. 300 a. C.) en un manuscrito anónimo del siglo xv.Álbum

En cuanto a su enciclopedia médica Kulliyyat o Libro de las generalidades de la medicina, traducido por primera vez a una lengua moderna por los arabistas María Concepción Vázquez de Benito y Camilo Álvarez de Morales, es una obra más teórica que práctica que él esperaba completar con el libro sobre la práctica médica escrito por su colega y amigo el famoso médico sevillano Marwán ibn Zuhr, el Avenzoar de los latinos.

Anatomía, fisiología, patología, semiología o síntomas, terapéutica, higiene y tratamiento, son sus capítulos. El más extenso de ellos lo dedica a los medicamentos y alimentos, y en él se citan 300 medicamentos simples que la medicina popular ha conservado con el uso de las plantas medicinales. Muestra la superioridad del «galenismo arabizado», es decir, la asimilación y avance de la medicina en el mundo árabo-islámico respecto al legado griego hipocrático-galénico.

Renace el aristotelismo

La línea principal que marca su pensamiento es el aristotelismo. Ningún filósofo medieval puso tanto esfuerzo y talento en recuperar las doctrinas del maestro griego mediante una lectura profunda de sus escritos. A partir de él decayó el neoplatonismo y su teoría de la emanación hasta entonces imperante y que había caracterizado también la recepción de Aristóteles en el islam oriental. Volvía así a cobrar nueva vida la ciencia griega en la que ocupaba un lugar central el estudio de la naturaleza, pues no olvidemos que fue la biología la ciencia a la que dedicó atención preferente en su inmensa producción. Hasta el padre de la biología moderna, Darwin, llegó a colocar «al viejo Aristóteles» por encima de sus precursores Linneo y Cuvier.

Resumiré la huella aristotélica que ofrece Averroes en los diversos campos del saber filosófico. En lógica continúa su consideración de ella como método que garantiza el razonamiento correcto mediante la aplicación de las leyes lógicas. En metafísica acepta la teoría hilemórfica (materia-forma, potencia-acto), las cuatro causas (eficiente, material, formal y final), la analogía del ser (el ‘ser’ se puede predicar de diversos modos según las diez categorías) y afirma la supremacía de la ‘substancia’ en su ontología.

Página de una edición en latín (1530) del Libro de las generalidades de la medicina, la enciclopedia médica de Averroes.ASC

En la ética acepta su teoría de las virtudes, su concepción de la felicidad como una actividad de sabiduría y teoría a lo largo de una vida entera, aunque añade que el hombre necesita para vivir de bienes externos, y coloca la amistad como algo esencial no solo para la vida de los individuos sino también para la sociedad en su conjunto.

En psicología, que provocó las mayores polémicas en las universidades europeas, sigue la línea naturalista aristotélica y se centra en el concepto de intelecto o razón que él amplió señalando las diversas fases por las que pasa desde la percepción a través de los sentidos hasta el conocimiento científico, afirmando por primera vez en el Medievo que el intelecto agente, causa eficiente y formal de nuestro conocimiento, no era una inteligencia separada, sino intrínseco al hombre, «existe en nuestra alma».

Hasta en la política, cuya obra aristotélica no llegó a conocer, teniéndose que contentar con el Comentario a la República de Platón, introdujo elementos aristotélicos extraídos de la Ética nicomáquea y la Metafísica, como la primacía de lo público en la búsqueda de la armonía entre las clases sociales y la hegemonía de la política en las ciencias morales («solo un arte manda sobre todos los demás, el llamado arte político»).

La polémica recepción del «moro hispano» en la Universidad de París

Antes de la llegada a París de los escritos de Averroes, el árabe se había abierto camino en la capital francesa a través de las traducciones latinas de filósofos y hombres de ciencia griegos y árabes (al-Farabi, al-Razi, Avicena, Galeno y Ptolomeo, entre otros).

En el siglo XII interesaban sobre todo las obras de tema científico, como se comprueba en el balance del principal de los traductores Gerardo de Cremona que vertió del árabe al latín 3 tratados de dialéctica, 17 de geometría, 12 de astronomía, 11 de filosofía, 21 de medicina, 3 de alquimia y 4 de. geomancia.

En el siglo XIII predominaron las traducciones de Averroes, siendo el primero de estos eruditos Miguel Escoto, formado en Toledo y asentado después en Sicilia. En la segunda mitad del siglo XIII el rey Alfonso X el Sabio promueve las traducciones del árabe al romance o vulgar en lugar de al latín, como era habitual hasta entonces, en una decisión que podemos calificar de revolucionaria en la cultura europea medieval. Consta de modo fehaciente que ya en 1225 se manejaban en París algunos de sus Comentarios.

La mayor parte de esta labor traductora estaba finalizada hacia mediados del siglo XIII. La recepción del racionalismo y naturalismo aristotélicos que transmitió Averroes se fue abriendo paso en las universidades entre el fervor de los estudiantes, el interés de los maestros de Artes que pugnaban por afirmar su autonomía filosófica y la desconfianza de los teólogos que temían que una filosofía ‘pagana’ liquidara su cosmovisión hasta entonces hegemónica. Para valorar la novedad de su aristotelismo hay que apuntar que hasta entonces solo se conocían del Estagirita en el mundo latino dos tratados lógicos.

Ello quiere decir que el conjunto del corpus aristotélico, o sea, Metafísica, Física, Sobre el alma (Psicología), Organon (compuesto por seis tratados lógicos), Ética nicomáquea, Retórica y Poética fue asimilado por el Occidente latino gracias a los árabes, y en especial al filósofo cordobés cuyos Comentarios hicieron posible la comprensión de unos textos difíciles de asimilar por su propio contenido y la falta de una hermenéutica adecuada. Influyó de modo positivo en esta recepción parisina la cálida acogida de los dominicos, en especial de sus dos grandes pensadores, Alberto Magno y Tomás de Aquino.

La recepción de Averroes

Podemos distinguir en su recepción tres grandes grupos: averrroísmo radical, averroísmo moderado y antiaverroísmo. Consideremos a continuación las características de cada uno de ellos.

Averroísmo radical o integral, los llamados ‘averroístas latinos’. Hay que señalar que el calificativo de ‘averroístas’ era externo a ellos y probablemente tenía una connotación peyorativa pues, aunque al principio la labor de los maestros de Artes se desarrolló en un clima favorable, a finales del siglo XIII el término ‘averroísta’ equivalía a ‘heterodoxo’.

Sus principales representantes fueron Siger de Brabante, Boecio de Dacia, Jean de Sécheville, Juan de Jandún y Marsilio de Padua. Se consideraban a sí mismos ‘filósofos’ en contraposición a los ‘teólogos’.

Dentro de la dificultad de profundizar en su estudio debido a la implacable censura que sufrieron, podemos considerar como notas comunes a ellos la defensa de la autonomía de la filosofía, la eternidad del universo, la teoría averroísta del intelecto y la concepción de la felicidad humana como modo de vida intelectual.

AverroesÁlbum

La herencia más fecunda del averroísmo latino se debe a Marsilio de Padua, rector de la Universidad de París y cuyas teorías políticas abrieron el camino al espíritu laico que caracteriza la modernidad europea. Defendió la concepción del Estado como sociedad perfecta y autosuficiente y se opuso a la pretensión del papa de ejercer el poder absoluto tanto en el terreno religioso como en el temporal (plenitudo potestatis).

Averroísmo moderado. Alberto Magno fue el primer pensador cristiano que se sintió atraído por el filósofo cordobés. «Nosotros discrepamos de Averroes en pocas cosas» llegó a escribir. Se interesó por las ciencias de la naturaleza, algo novedoso en la Escolástica. Encontramos la inspiración averroísta, entre otras, en su noética donde el intelecto agente es considerado parte del alma humana y en su concepción de la felicidad. Criticó el llamado monopsiquismo averroísta que según él llevaría a negar la inmortalidad personal.

Tomás de Aquino, máximo representante de la teología católica, fue el principal receptor de Averroes. Como he escrito en otro lugar, él está presente en muchas páginas del Aquinate, sobre todo en sus escritos de filosofía. El total de citas contrastadas se eleva a más de 500. Su influencia es profunda y permanente, aunque su modulación no sea uniforme y al final alcance un tono crítico en el que incide el desarrollo polémico del llamado averroísmo latino, tan hostigado por la jerarquía eclesiástica. Las frecuentes prohibiciones de las obras de Averroes, entre las que llama la atención la del cardenal y legado pontificio Robert de Courçon que lo califica de modo expresivo de «Moro hispano», culminaron con la famosa condena del obispo de París en 1277. Entre las 219 tesis consideradas heréticas los investigadores han llegado a descubrir 53 tesis tomistas.

San Buenaventura representado en el retablo de la iglesia franciscana de Kolsjun, en Croacia.Shutterstock

Antiaverroísmo. Contribuyeron a la hostilidad hacia el averroísmo en el campo ideológico Juan de Fidanza (San Buenaventura) que desconfiaba de la filosofía y prefería el misticismo, Egidio Romano, defensor del absolutismo papal que llegó a considerar a Averroes enemigo del catolicismo, y el mallorquín Ramón Llull que emprendió una cruzada personal contra Averroes defendiendo la idea tradicional de la sabiduría cristiana como modelo de pensamiento. Cruz Hernández concluyó que a pesar de sus numerosos escritos antiaverroístas, «Llull no leyó a Averroes». Podemos concluir que con su recepción de un aristotelismo integral, que hizo renacer el racionalismo y el naturalismo, Averroes renovó el pensamiento medieval. Fue la estrella más brillante de una constelación de sabios que supieron recuperar el legado griego y recrearlo con el aporte añadido del islam oriental y con el esfuerzo propio de generaciones de andalusíes. El pensador cordobés no solo llevó a su cumbre la filosofía en el mundo islámico, sino que transformó el pensamiento latino medieval en una nueva orientación teórica y práctica. Como escribió Xavier Zubiri, «las grandes corrientes del pensamiento filosófico teológico del medievo cristiano son, así, la cristianización de las corrientes del pensamiento musulmán».

* Este artículo fue publicado originalmente en la edición impresa de Muy Historia.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-04-29 05:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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