Menú Cerrar

¿Es necesaria la caza? La respuesta del experto en ecología de Muy Interesante

¿Es necesaria la caza? La respuesta del experto en ecología de Muy Interesante

La caza despierta debates y pasiones a favor y en contra. En España y en otros países se acepta como parte del acervo cultural, su defensa suele ir acompañada de argumentos como su función en el control de superpoblaciones o el respeto a la cultura y a las tradiciones. Sin embargo, algunos hechos asociados a la caza no pueden ser ignorados, y hacen replantear seriamente si esta actividad es necesaria o incluso adecuada, sobre todo cuando se apela exclusivamente a su carácter recreativo.

Cazador aguardando su presa. — Field Sports Channel / Wikimedia

Del nomadismo al asentamiento: distintas formas de conseguir el alimento

Antes de que el ser humano descubriera la agricultura, hace unos diez mil años, las poblaciones humanas subsistían gracias a dos actividades proveedoras de alimento: la caza y la recolección. Con la llegada de los primeros cultivos, y con ellos, la vida sedentaria, la caza fue perdiendo fuerza en favor de una actividad alternativa que proveía de más cantidad de alimento con menos esfuerzo: la ganadería.

Con el paso del tiempo, la caza fue cambiando su papel. Aún quedan culturas aborígenes que subsisten de la caza y la recolección en distintas partes del mundo, pero actualmente, en España ha perdido su función proveedora, y aunque muchos cazadores todavía se comen las presas que capturan, no es por necesidad. Podemos afirmar que hoy en día, la actividad cinegética es una tradición puramente recreativa, donde establecer lazos sociales y obtener trofeos. Y es en esta caza recreativa en la que se fija el foco.

Grupo de cazadores bosquimanos de Botswana, cazadores de subsistencia. — Aino Tuominen / Pixabay

La tradición no es suficiente

Suele ocurrir que en la defensa de la caza, como con la tauromaquia, se esgrime como argumento el aspecto cultural y tradicional. Pero no es un argumento muy sólido. Existen tradiciones muy positivas, que merece la pena conservar, pero hay otras que, por su impacto negativo, es preferible eliminar. Un ejemplo extremo podría ser el espectáculo del circo romano en tiempos del imperio, con el sacrificio de seres humanos, que a estas alturas nadie estaría dispuesto a defender.

La valoración de si la caza debe o no mantenerse se ha de establecer en función de otros criterios más allá de que sea o no una tradición. Y es aquí donde entra en juego el efecto de la caza en el medio ambiente.

Grupo de cazadores de vuelta con sus trofeos — PublicDomainPictures / Pixabay

El control cinegético: una excusa que se retroalimenta

El argumento más empleado a favor de la caza es que se trata de una actividad necesaria como método de control de poblaciones de animales que, de otro modo, se convertirían en plagas. Se cazan zorros, linces o lobos bajo la excusa de que son peligrosos para el ganado, ignorando otras soluciones mucho menos agresivas, como sistemas de vigilancia y protección más eficientes para los rebaños.

Con la eliminación de los depredadores, los ecosistemas sufren un efecto en cascada trófica, que hace que los herbívoros proliferen masivamente. Entonces, se argumenta, también hay que cazar a estos otros —conejos, rebecos, muflones o jabalíes— porque su sobrepoblación se está convirtiendo en un problema. Irónicamente, es la caza, junto con otras actividades de alto impacto ambiental, la que establece la necesidad, a través de un círculo vicioso.

Pero las pruebas demuestran que cazar a los herbívoros no tiene el mismo efecto que la acción de los depredadores naturales, principalmente por dos motivos: por un lado, el cazador humano no se comporta, en su forma de cazar, como el lobo o el lince. Por otro lado, el cazador elige una presa trofeo: la más grande, la más fuerte, la que tenga la cornamenta más grande o la piel en mejor estado. El depredador natural hace lo contrario: selecciona la presa más débil, anciana o enferma.

Cazador con sus dos perros — Florida FWC/Wikimedia

El problema se extiende: los perros de rehalas

Normalmente los cazadores no van solos. En las monterías se emplean perros y, sobre todo en caza mayor, rehalas, grupos de canes de distintas razas que acompañan a los cazadores. No es raro que algún perro termine extraviado y pierda a la rehala

Cuando los perros de caza tienen descendencia, sus dueños seleccionan a la descendencia que consideran más apropiada y, aunque el abandono es una práctica prohibida, aún hay cazadores que se deshacen de los perros que no quieren.

Estos perros desechados o perdidos en el entorno salvaje, pueden llegar a sobrevivir y conformar manadas. Se les denominan perros ferales, y son, de hecho, la causa principal de ataques a la ganadería, muy por encima del lobo.

Cazadores y su rehala — Luis Fernández Fuster (1950) /Wikimedia

Los ecosistemas, mejor sin caza

Desde hace décadas hay pruebas directas que demuestran que la caza es ineficaz en el control poblacional de herbívoros, frente a la eficacia de la conservación y mantenimiento de los depredadores naturales. Pero la caza no es solo una actividad sin una verdadera utilidad: también genera graves impactos.

Los comportamientos diferentes en el método de selección de presas y captura, ya mencionados, tienen consecuencias contrarias sobre las poblaciones de herbívoros. El depredador actúa como sistema de control de enfermedades, fomenta el control de la población de forma adecuada, y mantiene a las manadas de herbívoros bien cohesionadas y saludables. Nada de esto sucede con los cazadores humanos.

La eliminación de los depredadores y su sustitución por personas armadas y sus rehalas favorece la dispersión de los herbívoros. Como consecuencia, se produce un cambio en los movimientos de los herbívoros, que acceden a entornos donde antes no estaban presentes, incluyendo, en ocasiones, áreas urbanizadas. Este cambio de distribución afecta a la composición de las comunidades de plantas en los ecosistemas. En el parque de Yellowstone, por ejemplo, estos efectos incluso llegaron a cambiar el curso de un río.

Al eliminar a las cabezas de manada, que suelen ser las parejas reproductoras, termina habiendo más reproducciones descontroladas, y al no eliminar a los ejemplares débiles o enfermos, se favorece la expansión de enfermedades infecciosas, en ocasiones, afectando a la propia ganadería.

No hay que olvidar, además, el riesgo inherente a la actividad: en el período comprendido entre 2007 y 2020, en España, al menos 63 personas perdieron la vida en incidentes relacionados con la caza, y otras 483 han sufrido lesiones, 215 de ellas graves.

Los depredadores naturales actúan de forma distinta a los cazadores humanos, y esto tiene consecuencias. — Angela / Pixabay

¿Hay alguna excepción?

No han faltado voces que han propuesto la caza recreativa como método para el control de especies exóticas invasoras. Al fin y al cabo, si los cazadores priorizan la eliminación de este tipo de animales, podría facilitarse su gestión. Sin embargo, las pruebas científicas disponibles no muestran eficacia en este sentido. Es más, algunas especies invasoras lo son porque se introdujeron con una única finalidad: la caza recreativa. Es el caso del arruí en el sur de España, por ejemplo.

En este caso, los métodos de control y gestión más eficaces implican acciones bien organizadas y coordinadas, por personal especializado y con unos métodos y motivaciones muy alejados de la caza recreativa.

A pesar de los diversos argumentos a favor de la caza, las pruebas científicas ponen en duda su justificación desde un punto de vista ecológico. Los estudios demuestran que la caza, lejos de contribuir positivamente al equilibrio de los ecosistemas, puede generar impactos negativos importantes, desde la alteración de las dinámicas naturales de predación hasta el deterioro de la biodiversidad, y no aportan ninguno de los hipotéticos beneficios que pretenden.

Es imperativo revaluar y cuestionar la necesidad de la caza en nuestro tiempo explorando y priorizando alternativas de conservación y manejo de vida silvestre que sean verdaderamente sostenibles y respetuosas con el complejo equilibrio ecológico que sustenta la vida. La protección de los ecosistemas y la preservación de la biodiversidad requieren de acciones informadas y responsables, basadas en un profundo entendimiento científico y un compromiso ético con el futuro de nuestra coexistencia con la naturaleza.

Referencias:

  • Barja, I. 2009. Prey and Prey-Age Preference by the Iberian Wolf Canis Lupus Signatus in a Multiple-Prey Ecosystem. Wildlife Biology, 15(2), 147-154. DOI: 10.2981/07-096
  • Cohen, E. 2014. Recreational Hunting: Ethics, Experiences and Commoditization. Tourism Recreation Research, 39(1), 3-17. DOI: 10.1080/02508281.2014.11081323
  • Gallo‐Cajiao, E. et al. 2020. Extent and potential impact of hunting on migratory shorebirds in the Asia-Pacific. Biological Conservation. DOI: 10.1016/j.biocon.2020.108582
  • Jackson, M. K. et al. 2021. Wolf Recovery in Yellowstone National Park. En Reference Module in Earth Systems and Environmental Sciences (p. B9780128211397000787). Elsevier. DOI: 10.1016/B978-0-12-821139-7.00078-7
  • Maldita. 2021, agosto 19. Al menos 63 muertos y 483 heridos en accidentes de caza en España durante 13 años. Maldita.
  • Ripple, W. J. et al. 2012. Trophic cascades in Yellowstone: The first 15years after wolf reintroduction. Biological Conservation, 145(1), 205-213. DOI: 10.1016/j.biocon.2011.11.005
  • Tanner, E. et al. 2019. Wolves contribute to disease control in a multi-host system. Scientific Reports, 9(1), 1-12. DOI: 10.1038/s41598-019-44148-9

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-03-14 15:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

Deja un comentario