Hitler estaba enamorado de su sobrina, Geli Raubal, que se suicidó a los 23 años

Cuentan que Hitler se desmayó cuando se enteró. Ángela María Raubal, su amada Geli, había muerto. Su cuerpo fue encontrado la mañana del 19 de septiembre de 1931 en su habitación de la segunda planta del número 16 de la Prinzregentenplatz, en Múnich. En el escritorio, una carta que nunca terminó de escribir. En el suelo, la sangre empezaba a secarse. En el pecho de Geli, una bala le atravesaba el corazón. A su lado, la pistola Walther G.35 de tío Alf. La misma habitación fue conservada como un santuario para el Führer. La llenaba de flores y no faltaron retratos de Geli allí donde Hitler residiese o trabajase. La causa oficial de la muerte: suicidio. Desde entonces, algo se torció en tío Alf. Hermann Göring, uno de los líderes nazi, dijo en los juicios de Nuremberg que “la muerte de Geli tuvo un efecto tan devastador en Hitler que cambió su relación con todas las demás personas”. Heinrich Hoffmann, fotógrafo y amigo de Hitler, afirmó que con la muerte de Raubal “las semillas de la inhumanidad comenzaron a brotar dentro de Hitler”.

La sobrina del nazi

Ángela María Raubal, conocida por todos como Geli, nació el 4 de junio de 1908 en Linz. Su madre, Ángela Hitler, era hermanastra de Adolf Hitler (nacidos de un mismo padre, pero distinta madre), por lo que el dictador era su medio tío, es decir, Geli era “sobrinastra” de Adolf. Ángela Hitler se ganaba la vida como ama de llaves en Viena y Adolf la llamó para que trabajara para él en Múnich. Fue así como Geli entró en la vida de Hitler. Ella tenía 17 años y él 36. Por entonces, Hitler ya había iniciado su escalada de fama y notoriedad desde el partido nacionalsocialista. En poco tiempo, Hitler cayó rendido a los pies de su sobrina. En palabras de Joachim Fest, biógrafo alemán de Hitler, Geli se convirtió en “su gran amor, un amor tabú”.

“Es una adolescente alta y atractiva, siempre alegre y tan inteligente con las palabras como su tío. Hasta él difícilmente puede competir con su ingenio”.

Así la definió Rudolf Hess, que se convertiría en el lugarteniente del Führer. Muchos otros mencionaron su belleza y gracia. Conforme Hitler iba ganado poder y fortuna, la joven también se fue prendando de él y el ambiente en el que ella era protagonista. Hoffman también hizo hincapié en la posición privilegiada que tuvo Geli en el círculo de confianza de Hitler, donde rara vez se admitía a alguna mujer y mucho menos se dejaba que tomara parte de la conversación. En cambio, con su sobrina todo era distinto:

“Cuando Geli estaba en la mesa, todo giraba en torno a ella y Hitler nunca trataba de dominar la conversación. Geli era una maga. Gracias a sus formas naturales, totalmente libres de coquetería, su mera presencia ponía a todos los presentes en el mejor de los espíritus. Todos recitaban sobre ella, sobre todo su tío, Adolf Hitler”.

Un amor tabú. Un amante tóxico

Pero la situación se fue tensando hasta lo dramático. Hitler sometió a su sobrina a una sobreprotección que le pasaría factura. El propio Adolf admitió a su fotógrafo y amigo que:

“Es verdad, amo a Geli y quizá podría casarme con ella; pero como bien sabe usted, estoy dispuesto a permanecer soltero. Por tanto, me reservo el derecho a vigilar sus relaciones masculinas hasta que descubra al hombre que le convenga. […] Lo que ella considera una esclavitud no es sino prudencia. Debo cuidar de ella para que no caiga en poder de cualquier desaprensivo”.

Un misterio por resolver

El 18 de septiembre de 1931, Geli Raubal se suicidó en su habitación a los 23 años. Al menos esta es la versión oficial, pero la muerte de Raubal ya fue definida por la prensa pocos días después como un “asunto misterioso”. Muchas incógnitas rodean el suceso. La falta de pruebas, la eliminación de informes, la ausencia incluso de autopsia del cuerpo. Los historiadores se siguen enfrentando a un rompecabezas del que apenas coinciden en tres cosas: Geli fue el gran amor de Hitler, su muerte fue silenciada para evitar que perjudicara la carrera política del líder nazi y esta pérdida afectó muchísimo a Hitler. Cayó en una profunda depresión y tuvieron que vigilarlo durante unos días porque llegó a insinuar que se quitaría la vida.

Fabiano Massimi es un escritor italiano que publicó la novela “El ángel de Múnich”, en la que narra estos hechos. La documentación realizada por el autor fue tan profunda que bien podría haber escrito un ensayo. Sin embargo, él prefirió mojarse con un desenlace alternativo. Tuve el gusto de conocer al autor en una presentación de su novela en Madrid y allí le pregunté por su punto de vista después de haber buceado por tanta documentación. Massimi opina que, si Geli Raubal no hubiera muerto tan joven, la historia del siglo XX habría sido muy distinta.

Referencias: