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Joyas y adornos entre las rutinas de belleza de la Mérida romana

Joyas y adornos entre las rutinas de belleza de la Mérida romana

La arqueología de Mérida nos ha permitido acercarnos a aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos de la antigua Mérida romana, también a aquellos más íntimos y privados, como son los hábitos relacionados con la belleza, el aseo y el cuidado personal. Incluso, podemos explorar las formas de vida libidinosa, los excesos o adentrarnos en el mercado del lujo del que gozaban ellos pero, sobre todo, ellas.

El prolífico poeta romano Ovidio Nasón, contemporáneo del emperador Octavio Augusto, destinó una obra al cuidado del rostro femenino, Medicamina faciei feminae, de la que, desgraciadamente, conservamos apenas 100 versos. En su introducción, hacía ver la importancia que el adorno y los cuidados de belleza habían adquirido en su tiempo en comparación con los anteriores, los tiempos austeros de la República : “Pero vuestras madres han traído al mundo hijas delicadas: queréis cubrir vuestro cuerpo con vestiduras doradas, queréis variar la forma de peinar vuestros perfumados cabellos y queréis tener una mano que, cubierta de piedras preciosas, llame la atención; os colgáis del cuello perlas buscadas en Oriente y dos pendientes de vuestras orejas, único peso que en ella podéis llevar. Y desde luego, no es vituperable: preocupaos por gustar, ya que vivís en una época en que también los hombres se adornan” (Med. 19-25).

Escena idealizada de un amante del arte por Lawrence Alma-Tadema. Wikimedia.

Con el Imperio inaugurado por Augusto, el fervor por el acceso al mercado de las piedras preciosas, las perlas de Oriente y a perfumes y ungüentos llegados de distintos puntos del vasto territorio gobernado por Roma, se incrementó de manera exponencial. Y no solo en Roma, sino que hasta en la colonia Augusta Emerita, la más occidental del Imperio, también podemos confirmar el uso de objetos preciosos por parte de las mujeres, para su belleza y adorno.

Las modas marcadas desde la metrópolis, Roma, en aspectos relacionados con la imagen, como el peinado, el vestido y, por supuesto, las joyas y la cosmética, aterrizaban rápidamente en Mérida, marcando la imagen pública de las mujeres de clase social más pudiente.

La espléndida colección de retratos privados que atesora el Museo Nacional de Arte Romano, nos muestra una galería de mujeres de la Mérida romana, de los dos primeros siglos de nuestra era, acicaladas con complejos peinados. Las modas de belleza se sucedían casi con cada emperatriz y llegaban a todo el Imperio con la difusión de las efigies pétreas de la familia imperial y, sobre todo, a través de las monedas; las novedades en belleza se consumían al ritmo del fast fashion.

Rutinas de belleza en la Mérida romana: peinado y cosméticos

La atención y el cuidado del cabello era un aspecto muy importante en la época. Ovidio describe las fórmulas empleadas para el teñido y cambio de color, así como para disminuir los signos de la edad.

En época flavia, estuvieron en boga complejos peinados con el cabello rizado, que se obtenía con unas tenacillas calentadas al fuego, denominadas calamistrum. También sabemos que era frecuente el empleo de postizos, sostenidos mediante cosidos; una práctica muy habitual en los rituales de belleza de la época romana.

El autor cristiano Tertuliano, que vivió a caballo entre los siglos II y III d.C., dedicó un libro a exhortar a la buena mujer cristiana a que abandonase las prácticas de belleza y adorno, De cultu feminarum, donde encontramos esta clara referencia: «Desconozco las cantidades de postizos cosidos y trenzados que os sujetáis » (Tertuliano, De cultu feminarum 2.7.1).

Cabeza-retrato femenina con peinado al modo de la emperatriz Faustina Minor. Mármol. Segunda mitad del siglo II d.C. FOTO: MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO.

La imagen pública, que se estimaba como adecuada para la mujer romana, suponía llevar el pelo recogido. Por ello, uno de los objetos más habituales eran las agujas para el cabello, acus crinales. Las más sencillas, que se cuentan por cientos en el solar de Mérida, están realizadas sobre hueso, con la punta afinada y la cabeza engrosada. Sin embargo, en ocasiones, estas piezas alcanzaron una gran estima, siendo objeto de reproducciones en metales nobles o recibiendo una decoración artística.

Entre las agujas para el cabello de la Mérida romana destacamos un acus de hueso, con cabeza decorada por una talla de Venus saliendo del baño. Es un tema relativamente conocido para estas piezas, ya que venía a destacar la sensualidad y belleza de la diosa del Amor en una pieza de pura delectación. Vemos a Venus atusándose el cabello, con el torso desnudo, apenas ataviada con un paño que cubre las partes más íntimas de su cuerpo.

Aguja para el cabello, de hueso con representación de Venus Anadyomene (siglo I d.C.) y vieira empleada como estuche cosmético, con su contenido intacto (Consorcio de la Ciudad Monumental). FOTO: L. PLANAS/MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO.

De los perfumes, cosméticos y ungüentos empleados en el tocador femenino, conocemos los que nos cuentan las fuentes escritas, aunque se han podido documentar arqueológicamente algunos productos que debieron estar al alcance de muy pocas personas. Así fue en el caso del estuche, con su contenido aún intacto, hallado en una tumba a las afueras de la ciudad de Mérida, muestra singular del uso del maquillaje en época romana.

Por un lado, el estuche cosmético es una vieira adaptada para servir de polvera; la concha es ya en sí un icono intrínsecamente ligado a la sexualidad femenina. Por otro lado, el análisis de su contenido reveló que se trataba de rosa de granza, que debió emplearse como rubor.

Sabemos, por las fuentes, que la moda en belleza consistía en lucir una tez blanquecina y sonrosar los pómulos, tal y como decía Ovidio: “También sabéis blanquearos el cutis poniéndoos albayalde, y la que no tiene de por sí tono sonrosado, se lo procura artificialmente” (Ovi. Art. Am. 3.199-200).

Joyas para adornar y proteger en la antigua Mérida romana

Entre las joyas más apreciadas por la mujer de la Mérida romana se encuentran, sin duda, los anillos. Realizados en materiales preciosos, preferentemente el oro, muestran en su chatón entalles de piedras preciosas, con un repertorio infinito de imágenes de divinidades para su protección.

El color, la transparencia y el aspecto de la gema también aducían a propiedades profilácticas y beneficiosas, según nos informa Plinio en su Historia Natural.

Las gargantillas y adornos para el cuello presentan infinidad de variantes: cadenas con eslabones de oro, piedras preciosas engarzadas o incluso cuentas de vidrio que imitan las gemas, a modo de la actual alta bisutería.

Entre estas joyas, también se cuentan sartas de cornalina o un fabuloso collar de cuentas de azabache, realizado con más de ochenta cuentas dentadas que encajan a la perfección. Son habituales también los colgantes suspendidos de cordones, hoy perdidos, realizados en cuero o con fibras textiles.

Collar de azabache y cierre de oro y pendientes de oro con granates y perlas, siglo III d. C. FOTO: FOTO: L. PLANAS/MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO.

Estos adornos a modo de joyas muestran una estética refinada, pero también el deseo de servir de protección o talismán para favorecer la fertilidad, preocupación de la mujer romana por asegurar la continuidad de la gens familiar.

Joyas propias de las mujeres son los pendientes. Los ejemplares más abundantes son también los más sencillos, aretes realizados con hilo de oro y cierre de nudo corredizo, que podían enriquecerse con colgantes y cuentas ensartadas. Los textos conservados en las fuentes nos hablan de estas piezas como objetos fetiche, que llegaban a alcanzar gran peso por el volumen de las mismas y las gemas que contenían.

Y es que, los pendientes de gancho llegaron a convertirse en piezas de gran complejidad técnica, solo al alcance de un artesano muy especializado. Estos pendientes se componen de varios cuerpos, con la aplicación de la técnica de opus interrasile, que permitía crear calados en las láminas para efectos de claroscuro, con engastes y soldaduras que albergaban gemas y perlas.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Interesante o Muy Historia.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-02-26 09:43:42
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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