Las familias cambiarán drásticamente en los próximos años, según un estudio

El cambio demográfico es un fenómeno global que está transformando las estructuras familiares en todo el mundo. De hecho, investigaciones recientes han previsto que, efectivamente, la clásica estructura familiar será distinta en los años venideros.

Ahora, un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences ha proyectado cambios considerables con respecto al número de integrantes de las familias futuras. Además, los autores prevén que estas transformaciones tengan repercusión sobre el cuidado de familiares y los sistemas de apoyo social.

“El número de familiares vivos disminuirá drásticamente en todo el mundo”, apuntan los investigadores. Esto quiere decir que, por ejemplo, “una mujer de 65 años podía contar con 41 familiares vivos en el año 1950, pero una mujer de 65 años en 2095 solo tendrá 25, lo que representa un descenso global del 38 %”, en palabras de los científicos.

No obstante, también se espera que cambie la distribución de las redes familiares. “Aumentará notablemente el número de abuelos y bisabuelos vivos, y disminuirá el de primos, sobrinos y nietos”, según argumentan estos expertos en su trabajo.

“Esperamos que el tamaño total de las familias disminuya permanentemente en todas las regiones del mundo, sobre todo en América del Sur y el Caribe”, sostiene Diego Albúrez-Gutiérrez, investigador en el Instituto Max Planck de Investigaciones Demográficas (MPIDR).

Además, pronostican que se producirá un envejecimiento generalizado de la población: “Las redes familiares envejecerán considerablemente, ya que prevemos un aumento de la diferencia de edad entre los individuos y sus parientes debido a una menor tasa de fertilidad y a una mayor esperanza de vida”.

“En Italia, por ejemplo, se prevé que la edad media de la abuela de una mujer de 35 años aumente de 77,9 años en 1950 a 87,7 años en 2095”, explican los investigadores, al tiempo que auguran que estos cambios también acaben afectando a los sistemas de asistencia social.

Estudios demográficos anteriores ya habían considerado estos posibles cambios en la composición y tamaño de las poblaciones, sin embargo, hasta ahora no habían tenido en cuenta que esos cambios podrían terminar afectando no solo a las familias sino también al cuidado de menores y mayores.

Según los expertos, el apoyo familiar —una fuente crucial de cuidados informales para millones de personas en el mundo— depende de que esos parientes estén vivos, ya que podrían dedicar tiempo y recursos en caso necesario.

Por ello, han puesto sobre la mesa la importancia de distinguir entre el apoyo potencial de familiares y su disponibilidad real para prestar ayuda, sobre todo teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y las dinámicas familiares.

Por todo ello, se cree que esta situación acabe afectando a los sistemas de asistencia familiar, “que ya están bajo presión” por estas circunstancias. “A medida que más individuos envejecen (con redes familiares más pequeñas y más viejas), se necesitarán inversiones adicionales en cuidado infantil y cuidado para personas mayores”, advierten los expertos.

En este contexto, recalcan la importancia de que los responsables políticos comprendan las posibles consecuencias de estos cambios demográficos, de manera que las sociedades puedan prepararse mejor para satisfacer las necesidades de las poblaciones envejecidas y garantizar apoyo y cuidado adecuados para todos los miembros.

La tasa de natalidad, en su mínimo histórico

En particular, la tasa de natalidad española marca su nivel más bajo de la historia. Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 nacieron en España 329.251 niños de los cuales el 51.51 % fueron varones (169.602) y el 48.48 %, mujeres (159.649).

Estas cifras sitúan la tasa de natalidad en España (número de nacimientos por cada mil habitantes en un año) en 2022 en el 6,88 %, mientras que el índice de fecundidad (número medio de hijos por mujer) es de 1,16 hijos.

En comparación con décadas anteriores, en nuestro país se observa una tendencia a la baja: en 1962 la tasa de natalidad alcanzaba el 21,10 %; en 1972, era del 19.50 %; en 1982 cayó hasta quedarse en el 13.57 %; en 1991 ya era del 10,16 %; y con el cambio de siglo se quedó en el unidígito, con un 9,70 % en 2012.

Mientras, en el resto del mundo, los nacimientos también han disminuido en la mayoría de los países, tal y como refleja el Banco de Datos Mundial: la tasa de natalidad se coloca por debajo del 12 % en países como Estados Unidos (11); Francia (10,9), Finlandia (9) o Japón (6,6).

Entre los factores que llevan a las nuevas generaciones a no tener hijos, según los expertos, se encuentran los cambios en las dinámicas familiares, las presiones laborales, la mejora en el acceso a medidas anticonceptivas, la conciencia ambiental y social o la priorización de la salud mental, entre otros.

Referencias: