Dime cómo pisas y te diré qué te duele | elperiodico.com

Al andar, y por ende al correr, los pies soportan el peso corporal y se encargan de que las presiones y las cargas se repartan en los demás músculos y estructuras del cuerpo. En general, no solemos prestar mucha atención a cómo apoyamos el pie en el suelo, pero cuando aparecen dolores inexplicables en otras articulaciones es momento de pararse a mirar cómo se anda.

Descompensaciones

En muchas ocasiones, el dolor de rodilla o de lumbares está directamente relacionado a este movimiento. “Todas las partes del cuerpo están conectadas. Es como una orquesta”, explica Uri García, más conocido en Instagram como @uringutan. “Cuando aparece un dolor, hay que analizar todo el contexto, porque en ocasiones viene de la descompensación de otra parte del cuerpo o de algún hábito que no está directamente relacionado con el deporte”, asegura el licenciado en Ciencias del Deporte (INEFC) y especialista en readaptación de lesiones.

Por ejemplo, una persona que pasa ocho horas frente al ordenador, sentado con una postura no del todo adecuada con una ligera curvatura de la parte alta de la espalda o las piernas cruzadas, cuando al final del día sale a correr, si el patrón de movimiento no es correcto, muy probablemente empiece a sufrir dolores en lumbares, rodillas, etc. “Es como si sin querer estuviéramos luchando contra la postura natural del cuerpo y eso pasa factura”, resume el embajador de MyProtein.

Aunque cada persona es diferente y en caso de dolor siempre es recomendable visitar a un especialista, en muchas ocasiones uno mismo puede analizar qué no está haciendo del todo correctamente. “Hay que analizar el patrón de vicio postural de cada persona porque a veces se dan casos de descompensaciones de gestos a izquierda y derecha por costumbres tan simples como que siempre nos tumbamos de mismo lado en el sofá y acabamos forzando más la vista de un lado y ello hace que compensemos con movimientos físicos”, zanja.

Entrenamiento de fuerza

Por otro lado, de cara a solucionar los dolores, existen muchos ejercicios específicos que pueden ayudar a tomar consciencia de la pisada y de cómo hacerla lo más ergonómica posible. García asegura que principalmente se debe trabajar en tener un arco plantar alto que permita que los dedos puedan separarse y agarrar y por otro lado, mantener la posición erecta de la columna evitando que caiga la cadera al andar. De este modo, es interesante realizar ejercicios complementarios de fuerza para proteger las articulaciones que sufren.

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“El entrenamiento de fuerza es como una armadura, una protección para las articulaciones y zonas en este caso internas que no se trabajan de otro modo”, explica. “Debería ser obligatorio para cualquier persona que corra o haga montaña porque ese trabajo tiene una enorme transferencia en su desarrollo”, razona el entrenador. Para que sea más efectivo, asegura, hay que tener en cuenta el patrón coordinativo de cada corredor. “Veo gente correr y el 90% lo hace con mala postura o pisa de forma incorrecta. Si lo primero que apoyamos en el suelo lo hacemos mal, eso tiene transferencia directa a la rodilla, cadera, columna…”, añade.

Por otro lado, el calzado resulta crucial. “Esa sensación de alivio al descalzarse que todos conocemos no debería darse. ¿Si en las manos no nos comprimimos con nada por qué en los pies sí? Tienen más irrigación que las manos y en cambio en ellas sí permitimos tener tacto”, reflexiona. Elegir las zapatillas adecuadas para cada actividad, así como la correcta talla y sujeción tiene un papel fundamental también en cómo se pisa.