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El fantasma del negacionismo sobre la dictadura se instala en la campaña electoral argentina | elperiodico.com

El fantasma del negacionismo sobre la dictadura se instala en la campaña electoral argentina

La posibilidad de una victoria electoral de la ultraderecha en las elecciones presidenciales argentinas del 22 de octubre viene de la mano de la posible erosión del consenso forjado en democracia sobre el terrorismo de Estado y los delitos de lesa humanidad perpetrados por militares entre 1986 y 1983. La hija y sobrina de represores y compañera de fórmula de Javier Milei, la diputada Victoria Villarruel, de 48 años, encabezó en la legislatura de la ciudad de Buenos Aires un homenaje a las víctimas de las agrupaciones armadas de izquierda que operaron durante los años setenta en este país. La actividad fue considerada por organismos defensores de derechos humanos, sindicatos y dirigentes sociales como un intento velado de reivindicar a la última dictadura. «Exigimos que se adopten todas las medidas necesarias para evitar que esa provocación se materialice, que no sólo niega y falsea la verdad histórica sino que ofende la memoria colectiva», señalaron.

Miles de personas participaron afuera de la legislatura de una manifestación de repudio a Villarruel quien, si Milei se impone en los comicios, parece ser llamada a diseñar la política de Defensa de ese eventual Gobierno. Quiere también derogar la ley de despenalización del aborto. El presidente Alberto Fernández se sumó a la controversia al calificar a los aspirantes de la ultraderecha de «negacionistas» de lo ocurrido entre 1976 y 1983.

«Los derechos humanos son para todos», dijo Villarruel a través de la red social X. Una de sus principales actividades antes de cruzar su camino con Milei era el apoyo de los militares y policías que purgan condenas por su participación en episodios aberrantes como el asesinato, la tortura o el robo de niños nacidos en cautiverio.

El apoyo al exdictador Videla

Villarruel ha llegado a visitar al exdictador Jorge Videla en la prisión como parte del grupo «Jóvenes por la verdad» que se oponía al consenso construido en este país a partir del juicio contra los excomandantes de las Fuerzas Armadas, en 1985. «El terrorismo de Estado no existe«, dijo al periodista Guido Braslavsky, autor de Enemigos íntimos, un libro sobre la relación entre Néstor y Cristina Kirchner con los militares. Para ella, en Argentina tuvo lugar una «guerra» contra el marxismo. Parte de esa prédica la ha realizado a través del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), fundado en 1993 por Fernando Exequiel Verplaetsen, exjefe de inteligencia del Comando de Institutos Militares del Ejército y último jefe de la temible policía bonaerense durante el régimen castrense. Verplaetsen ha sido condenado por su papel en la represión y, a fines de los años noventa, denunció al juez español Baltasar Garzón por las investigaciones que conducía en España para extraditar a militares argentinos beneficiados por las leyes de impunidad.

La abogada, consignan medios locales, había establecido también vínculos con el exmarino Alberto González, condenado de abusar sexualmente de una joven que estaba secuestrada en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), el principal campo de concentración que funcionó en la capital argentina. Días atrás se conoció a su vez que Villarruel figuraba en las anotaciones que había hecho el expolicía Miguel Osvaldo Etchecolatz, uno de los símbolos del horror, mientras preparaba su defensa en un juicio por violaciones a los derechos humanos. La actual diputaba visitaba también a Norberto «Beto» Cozzani, un ejecutor de las órdenes de Etchecolatz en el campo de detención clandestino El Vesubio.

Nuevo escenario político

Hasta hace poco tiempo, Villarruel era un personaje muy lateral de la política argentina. Ha ganado protagonismo de la mano de Milei, quien fue el candidato presidencial más votado en las primarias del 13 agosto. El 29,86% lo coloca como seguro competidor de un segundo turno y con chances de ganar en el primero, empujado en las encuestas por la crisis económica y el desencanto de sectores populares, donde se concentra la mayor franja de pobres, con el Gobierno peronista.

Los otros hijos de represores

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Así como Villarruel, integrante de la «familia militar«, pone en duda las narrativas sobre lo ocurrido, se ha constituido el colectivo Historias Desobedientes. Hijas, hijos y nietos de represores han decidido repudiar ese linaje y expresar su solidaridad con las víctimas de la dictadura. Nicolás Ruarte es uno de ellos. Su abuelo era Luis Jorge Arias Duval, un oficial de inteligencia del Ejército. «Soy nieto de militares represores», dice Ruarte. «Victoria Villarruel tiene el deseo de poder para vengarse«, dijo a propósito del papel que viene desempeñando la diputada. 

«A Villarruel le reclamamos que es una hija obediente del patriarcado. Como hijos desobedientes de genocidas asumimos que tenemos un deber social, ético y moral que va más allá de nuestros vínculos filiales», sostuvo Analía Kalinec. Su padre, el excomisario Eduardo Kalinec, era conocido como el «Dr. K». Cumple prisión perpetua por torturador. «Tenemos un deber ético que va más allá de nuestros vínculos filiales».

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-09-04 21:58:41
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales