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La Izquierda alemana, ante el peligro de una escisión suicida | elperiodico.com

La Izquierda alemana, ante el peligro de una escisión suicida

«Nunca es una buena idea que la izquierda se fraccione. Y la posibilidad de que eso ocurra es muy, muy alta», afirmó el jefe del grupo parlamentario del partido La Izquierda, Dietmar Bartsch, tras anunciar la semana pasada su retirada de ese puesto. No será el único que lo hace, ya que su hasta ahora compañera en el liderazgo del grupo en el Bundestag (Parlamento federal), Amira Mohamed Ali, anunció asimismo unos días antes que deja el puesto. Ambas retiradas se consumarán este septiembre. Y tras el fraccionamiento al que alude Bartsch está el nombre más cacareado desde hace meses en La Izquierda alemana, Sahra Wagenknecht, de 54 años, mediática, incisiva e inflexible. Para algunos, la salvación y la esencia del partido de raíces comunistas; para otros, la pesadilla que puede precipitar el naufragio de esa formación, defensora de posiciones tan extremistas que la acercan a la ultraderecha en temas como el derecho al asilo o el rechazo a los suministros de armas a Ucrania.

«Por supuesto lucharé hasta el último minuto para que no se produzca la escisión. Siempre estuve dispuesto al diálogo con Wagenknecht», añadió Bartsch. La doble retirada al frente del grupo parlamentario más pequeño del Bundestag tiene poco que ver con la debilidad actual de un partido que si sigue teniendo escaños en el Parlamento federal no es por su representatividad porcentual, sino por un puñado de victorias en sus distritos tradicionales del este alemán. En las generales de 2021 quedó en un 4,9%, por debajo del listón mínimo del 5% necesario para acceder de forma directa al Bundestag. Pero obtuvo los suficientes mandatos directos o victorias en esos distritos -un mínimo de tres- para obtener representantes y grupo parlamentario propio, de acuerdo a la ley electoral alemana.

Bartsch representa a la corriente de los moderados, mientras que Mohamed Ali está entre los simpatizantes de Wagenknecht. Ambos anunciaron con pocos días de diferencia su retirada del puesto, mientras desde el sector moderado se trata, hasta ahora sin éxito, de echar del partido a Wagenknecht.

Fusión de partidos de izquierdas

Es la enésima lucha por la superviviencia de un partido que nació de la fusión entre el post-comunista Partido del Socialismo Democrático (PDS) de Gregor Gysi y la disidencia socialdemócrata que arrastró consigo Oskar Lafontaine en 1999. Es decir, tras su intempestiva doble dimisión como jefe del Partido Socialdemócrata (SPD) y ministro de Finanzas de su correligionario Gerhard Schröder, apenas seis meses después de llegar al poder al frente de su por entonces revolucionaria coalición roji-verde. El SPD alemán nunca se sobrepuso de aquel desgarro y los dos machos alfa que la protagonizaron, Schröder y Lafontaine, siguen sin dirigirse la palabra -que se sepa- desde entonces.

Lafontaine unió a continuación su destino político al de Gysi, el artífice de la resurrección del PDS post-comunista al que el resto de la clase parlamentaria alemana había tratado inútilmente de arrinconar. A su PDS se le tachaba inclementemente de «heredero del régimen del Muro de Berlín» y se le repudiaba como socio tanto desde la oposición conservadora como desde el SPD o los Verdes. Del tandem entre Lafontaine y Gysi surgió La Izquierda y, con ello, el partido dejó de ser un reducto solo políticamente vivo en el antiguo territorio comunista para extenderse al resto de Alemania. Poco a poco se rebajó el cordón sanitario en torno a La Izquierda, que a escala regional ha sido socio en coaliciones con el SPD y los Verdes, además de liderar el gobierno del estado de Turingia.

A la unión política que generó la Izquierda siguió otra extendida a lo personal: Lafontaine se convirtió en pareja y luego esposo de Wagenknecht, líder desde la fundación del PDS de su ala comunista. Esta confluencia hace que en Alemania se hable ahora del segundo desgarro interno en un partido relacionado, directamente o no, con Lafontaine.

Equilibrios ideológicos

El exlíder del SPD apartó ya de la vanguardia de La Izquierda a raíz de la invasión rusa de Ucrania en desacuerdo con la «línea blanda» que, a su parecer, defiende el resto del partido. Es decir, por tratar de hacer equilibrios entre la condena a la guerra de agresión de Moscú y oponerse al mismo tiempo a los suministros de armas. Lafontaine, como Wagenknecht, defiende la fidelidad o «comprensión» hacia el Kremlin solo comparable en el espectro parlamentario alemán a la de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Esta especie de cercanía entre los dos extremos del Bundestag no se limita a sus posicionamientos respecto a Kiev y Ucrania, sino también en su rechazo a la acogida de refugiados o la lucha contra el cambio climático. Las intervenciones de Wagenknecht en el Parlamento -fue líder del grupo parlamentario hasta 2019- o en sus intervenciones en tertulias u otros foros suelen diferir muy poco de lo que dice la líder de la AfD, Alice Weidel.

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Wagenknecht lleva meses coqueteando con la idea de fundar un nuevo partido. El resto de la Izquierda tiembla. Una escisión en un partido que no logró ni el mínimo del 5 % es una amenaza de muerte. Se estima que Wagenknecht podría arrastrar consigo a varios de los 39 diputados que tiene La Izquierda. Por debajo de los 37 perdería su estatus de grupo parlamentario, lo que además de recortes en la financiación que percibe por cada escaño implica la pérdida de puestos en comisiones parlamentarias, vicepresidencia de la Cámara baja, influencia y visibilidad política. Al hipotético nuevo partido de Wagenknecht le estimaba estos días un sondeo del popular diario ‘Bild’ hasta un 15% de intención de voto. No solo por los que arrancaría a La Izquierda, sino porque también la aclamaría un nuevo «voto de protesta» escindido de la AfD. La pregunta es si seguiría siendo identificable como izquierdista, como ultraderechista o en la órbita de otros movimientos europeos difíciles de situar a uno u otro lado, captadores del llamado voto del descontento o la crispación.

Desde la corriente moderada se está tratando de movilizar de nuevo a Gysi, su más carismático e histórico líder, elocuente y clave de las sucesivas resurrecciones del partido. Gysi, con 75 años y varios infartos en su historial médico, se ha retirado y luego regresado varias veces a la palestra política. La próxima cita del partido con su futuro es el 4 de septiembre, en que deberá elegirse a los nuevos jefes del grupo parlamentario y tal vez asistir a la formalización del nuevo desgarro izquierdista en la política alemana.       

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-08-27 03:01:04
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales