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Los ucranianos, decididos a seguir luchando cuando se cumplen 500 días del inicio de la invasión | elperiodico.com

Los ucranianos, decididos a seguir luchando cuando se cumplen 500 días del inicio de la invasión

Si hay un lugar en Kiev donde se palpa, se siente, el enorme precio en vidas humanas que está pagando la población de Ucrania cuando se cumplen 500 días del inicio de la invasión rusa, ése es la plaza de la Independencia, el centro neurálgico de la ciudad. Los parterres y el césped de este emblemático espacio presidido por una estatua de Berehynya, una deidad eslava precristiana, y donde han tenido lugar los eventos y revoluciones más relevantes de la historia reciente del país, se han convertido en un improvisado memorial donde los viandantes colocan banderas amarillas y azules, los colores de la bandera ucraniana, con el nombre escrito de un familiar, un amigo o un conocido caido en el campo de batalla o asesinado en algún bombardeo.

Viktoria Myshjoriz, de 27 años, escribe un corto mensaje en el reverso de una de las insignias dedicado a su hermano Viktor, ocho años menor que ella, antes de plantarla en el lugar y deshacerse en lágrimas: ‘Yasen, algún día tocaremos la flauta juntos’, puede leerse. Fue en verano, «en un día soleado», cuando recibió una fatídica llamada telefónica de un compañero de armas. «Le había dejado escrito mi teléfono como número de contacto en caso de que sucediera algo», explica. La persona al otro lado del hilo telefónico le dijo que su hermano había desaparecido en acción. «Me sentí confusa y perdida«, rememora. Lo único que sabe de sus últimos días de existencia es que fue abatido «por los rusos mientras realizaba una misión de reconocimiento» en el frente de Dnipro. Al no haber podido recuperarse su cadáver, la plaza de la Independencia es el único lugar donde puede rendirle homenaje. Viktoria ni perdona ni olvida, y al país agresor no guarda más que rencor. «Mientras exista Rusia, intentará robarnos no solo nuestras tierras, cultura, historia o seres queridos; nos intentarán robar nuestra identidad«, advierte.

Voluntario caido

Hlib Fischenko y Vasylisa Lebedynska también se han acercado en esta mañana de viernes, en su caso a homenajear a Christopher Campbell, un voluntario estadounidense, caído en la localidad de Khromove, cerca de Bajmut. «Al principio no me lo creía; luego empecé a pensar, ¿qué tengo que hacer ahora? Llamé a su novia, Eva Sanina; estaba silenciosa y solo lloraba», recuerda. El funeral fue toda una prueba de resiliencia para ambas mujeres. «Estábamos en Santa Sofia, ante su ataúd, y yo solo recordaba que querían casarse allí», recuerda Vasilysa. Hlib, a su lado, amigo también de Cris, rezuma resentimiento hacia los invasores y hacia aquéllos que aún los justifican em Occidente. «¿Cuanto más tendrá que pasar en este país en 100 años, aparte de tres hambrunas, tres revoluciones y tres guerras para sacarse de encima?» (a Rusia), se pregunta. «¿Que más es necesario? ¿que explote la central nuclear de Zaporiyia?», remacha.

Ciertamente, las pérdidas humanas que acumula la nación ucraniana en este año y medio de hostilidades son enormes. Cerca de un 80% de los ucranianos admiten tener a un amigo, conocido o familiar que ha resultado muerto o herido en el campo de batalla. Más aún; el 60% declara conocer a un fallecido. Sin embargo, semejante realidad no parece empujarles a buscar a cualquier precio un cese de las hostilidades con Rusia, de acuerdo con las encuestas. Más bien todo lo contrario: les refuerza en su convicción de que en realidad están librando una guerra por su supervivencia, ante la cual solo cabe una victoria o un acuerdo que incluya garantías de seguridad decisivas por parte de Occidente ante una nueva invasión. Según un sondeo del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS) realizado en mayo pasado, casi el 85% se declara a favor a continuar la guerra y de no realizar concesiones a Rusia, un porcentaje que prácticamente no se ha modificado desde el inicio de la guerra.

«Los ucranianos no piensan que esto es una guerra del Ejército de Ucrania contra el Ejército de Rusia; es una guerra existencial; piensan que cuando tienes enfrente a un enemigo que ha declarado que quiere acabar contigo, hay poco espacio para las negociaciones», explica a EL PERIÓDICO Anton Grushetskyi, director ejecutivo de KIIS. Y no tienen ninguna fe de que cesiones territoriales vayan a calmar el apetito expansivo de Rusia y «poner fin a la guerra», continúa este experto. «Los ucranianos han intentado vivir junto a Rusia, y no ha funcionado; Putin dice que Ucrania no existe. ¿Cömo no van a reaccionar así?, corrobora en un mensaje de Whatsapp Olexiy Haran, profesor de Política Comparada en la universidad Mohyla de Kiev y director de la fundación Iniciativas Democráticas.

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Años de acoso, troleo en las redes y las instituciones, amén de guerras híbridas lanzadas cada dos por tres desde desde el país vecino previas al arranque de la invasión han convertido a la población ucraniana en enormemente escéptica respecto a las intenciones del país vecino, en particular mientras el actual liderazgo político ruso, encabezado por Vladímir Putin, se mantenga en el poder. «Los ucranianos han constatado que el alto el fuego de 2014 nunca fue implementado, y piensan que si las tropas rusas no son derrotadas, un eventual armisticio será utilizado por Rusia para reagruparse y volver a atacar», apunta Haran. «El principal problema que ven los ucranianos es la seguridad: un alto el fuego sin ser miembro de pleno derecho de la OTAN o sin garantías sólidas de seguridad por parte de Occidente equivaldría a rendición», destaca Grushetskyi. Solo un 40%, de acuerdo con el KIIS, estaría dispuesto a aplazar la discusión del estatus de Crimea siempre que la península anexionada por Rusia en 2014 fuera desmilitarizada. «El ataque ruso contra el sur de Ucrania vino precisamente de allí», recuerda este académico.

La guerra ha acabado por cimentar la identidad nacional ucraniana, basada en un consenso primordial: Rusia es un país agresor y enemigo, y l futuro se halla en la integración en Occidente y sus instituciones económicas y de defensa, como la OTAN o la UE. Y se trata de un fenómeno totalmente independiente del origen geográfico o el idioma, coinciden los expertos, en un país donde siempre se han identificado profundas divisiones entre un este que habla principalmente ruso y un oeste que se expresa en ucraniano. Rusia «ha bombardeado Mariúpol, Jarkov… son ciudades donde la lengua mayoritaria es el ruso; esta gente ya no quieren tener nada que ver con Moscú, esto ni siquiera es Bélgica», sentencia Haran. «Es algo que incluso notamos respecto a la actitud respecto a la lengua rusa, considerada el idioma del enemigo: un 60% de los rusohablantes cree que debe hablar más ucraniano, y un 52% sostiene que el ruso nunca debería enseñarse en la escuela; es de destacar que en el este, un 30% de la población considera que debería eliminarse del currículum escolar su lengua materna», certifica Grushetskyi.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-07-07 15:54:22
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales