Natalia Arno comenzó a sentir dolor muscular y entumecimiento de las extremidades. Acababa de volar desde Berlín a Praga y las primeras «punzadas de dolor» habían aparecido durante el vuelo. La directora de la ONG Free Russia Foundation en Estados Unidos, donde vive desde hace 10 años tras huir de Rusia, se encontraba en Europa para asistir a varios actos organizados por la disidencia y volvió a su hotel para descansar, pero al llegar percibió en su habitación indicios de que alguien había estado allí y temió por su vida. Decidió entonces tomar el primer avión de vuelta a Estados Unidos, tras informar a la policía alemana de lo que había ocurrido. Apenas aterrizó, el FBI abrió su propia investigación al respecto por «un posible envenenamiento por un agente nervioso creado por una agencia de inteligencia».
Esos mismos síntomas fueron los que presentó una periodista rusa que ha preferido mantenerse en el anonimato, al ingresar en la unidad de urgencias del hospital de la Charité, en la capital alemana. Perseguida en Rusia por la publicación de informaciones críticas con Putin, se había refugiado en Alemania donde considera que ha sido encontrada. La policía alemana investiga estos dos casos de envenenamiento, según ha publicado ‘Welt’, que cita al medio ruso ‘Agentstvo’. Los envenenamientos habrían tenido lugar en torno a la celebración de una reunión de disidentes rusos organizada por el hombre de negocios y detractor del Kremlin Mijaíl Jodorkovski, que tuvo lugar los días 29 y 30 de abril.
Las autoridades alemanas se están poniendo en contacto con el resto de los asistentes para confirmar si hubo más casos similares, pero se trata de personas que no son precisamente fáciles de localizar. Los síntomas presentados se corresponden con los que ocasiona el agente Novichok, utilizado anteriormente por la inteligencia rusa en el exterior y que a temperatura ambiente es sólido, pero puede administrarse también en forma de un fino polvo o líquido, que se disuelve discretamente en cualquier bebida, o incluso en forma de aerosol.
Se trata de un arma más letal que el sarín, desarrollada en el instituto estatal de investigación química GosNIIOKhT por la Unión Soviética y Rusia entre 1971 y 1993 y producida también en Irán. Su primer uso conocido fue contra el exespía ruso Sergei Skripal en Reino Unido, en 2018, y el segundo fue el envenenamiento del opositor Alexéi Navalni, en 2020. Una vez en contacto con el organismo humano, produce fuertes espasmos musculares que pueden desencadenar en un paro cardíaco y en la acumulación de fluido en los pulmones, terminando en la muerte. El hecho de que siga siendo utilizado en Alemania, a la espera de que la investigación confirme los hechos, habla de grietas de seguridad en el contraespionaje alemán.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.abc.es
Publicado el: 2023-05-22 09:58:35
En la sección: Internacional