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Castigar el pensamiento

Derechos en Acción

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Los inculpados por supuestos pensamientos conspirativos son llevados al Ministerio del Amor, un edificio lleno de celdas de alto techo, sin ventanas y con paredes de reluciente porcelana blanca.

La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la circulación. En la casa de enfrente había uno de esos cartelones. El Gran Hermano Te Vigila, decían las grandes letras, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston (…) El ministerio de la verdad -que, en neolengua (La lengua oficial de Ocenía), se le llamaba el minver era diferente, hasta un extremo asombroso (…) adheridas sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido:

La guerra es la paz

La libertad es la esclavitud

La ignorancia es la fuerza

El ministerio del Amor era terrorífico (…) ¿acaso como El Helicoide?

Orwell describe un totalitarismo brutal, una suerte de pesadilla sobre una sociedad policial de control, en la que el Estado que a su vez es gobierno, partido y nación, es capaz de vigilar a cada sujeto, y a través del miedo al castigo y la persecución, impedir que se exija cualquier derecho. La supresión de la libertad es el objetivo supremo de establishment, la omnipresencia del líder y la policía del pensamiento, son algunas de las herramientas. 

El Gran Hermano (¿los ojos de Chávez o el bigote de Maduro?) están presentes en todos los espacios públicos, pero también en los chats de WhatsApp, en las reuniones de condominio, en los bares y restaurantes, pendientes de que nadie hable mal del poder.

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Por supuesto estoy hablando de la novela 1984, escrita en 1949, de modo que su autor no pudo conocer la felicidad de la revolución chavista, pues murió en 1950, aunque la describe detalladamente.

Esto nos permite al menos plantearnos algunas hipótesis:  Orwell era definitivamente un visionario, el chavismo utilizó a la novela como un manual para modelar a la sociedad, o, si en resumen todos los totalitarismos hacen lo mismo.

Pero hay un dato inquietante, en la novela todos veían atentos a través de la “telepantalla” a Golsdstein con su programa de “dos minutos de odio”, en los que acusaba impunemente a cualquiera de crímenes sin presentar prueba alguna, aunque en este caso era un renegado del proceso, es un personaje que bien puede actuar a favor o en contra del gobierno, creo que hay algo similar en Venezolana de Televisión.

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Pero el tema al que quiero referirme es al castigo al pensamiento que Orwell describe como un elemento transversal de ese modelo de sociedad.

Desde tiempos inmemoriales, se conoce la máxima del derecho penal cogitationis poenam nemo patitur, un “latinazo” como se suele decir, que expresa de forma incuestionable e inamovible, que el pensamiento no delinque.

Para que una conducta sea penalmente perseguible, lo primero es que debe manifestarse fácticamente en la realidad, debe dejar de ser una mera idea para convertirse en acción, salvo para la sociedad que dibuja 1984 y para el régimen venezolano.

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Los relatos de las “conspiraciones” que se narran desde el Ministerio Público, tienen en común la ausencia de acción, es decir, no hay ninguna manifestación física que modifique o intente modificar la realidad existente, no hay actos preparatorios, ni armas, ni violencia, en fin, no hay movimientos musculares que incidan en el entorno, todo está en la cabeza de los autores, según la narrativa oficial.

Las imputaciones del régimen repiten sin mayor cuidado, que los perseguidos: “pensaban”, “planeaban”, “querían”, en fin, “deseaban”, tal o cual cosa.

El mismo lenguaje oficial los delata. Dos cosas surgen de la nueva teoría del delito revolucionaria, por una parte, se castiga a quienes no han puesto en peligro o afectado ningún bien jurídico, y, además, como desafía cualquier teoría jurídica de la prueba, pues cómo es posible probar lo que alguien piensa.

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Por eso, son procesos carentes de pruebas, en los que ridículamente intentan incriminar a personas en graves delitos por tener un mapa en su casa, o por lo que dijo en un chat del condominio.

Los inculpados por supuestos pensamientos conspirativos son llevados al Ministerio del Amor, un edificio lleno de celdas de alto techo, sin ventanas y con paredes de reluciente porcelana blanca. Lámparas ocultas inundaban el recinto de fría luz y había un sonido bajo y constante, un zumbido que Winston (preso político) suponía relacionado con la ventilación mecánica. Orwell, claramente describió “La Tumba” en el SEBIN de Plaza Venezuela.

Pensar en una tiranía comporta un riesgo, El Gran Hermano te observa, pero también lee los pensamientos, o al menos eso quiere que creamos. A a partir de ahí, inventa inverosímiles historias que no podrían ser probadas en un juicio justo, juicios que por cierto se encuentran proscritos por el partido cuyo lema, hay que recordar, dice: la ignorancia es la fuerza.

Twitter: @MundarayZair

Zair Mundaray es Abogado en Colombia y Venezuela. Ucevista, construyendo la maravilla del Derecho frente a la barbarie.

Fuente de TenemosNoticias.com: puntodecorte.net

Publicado el: 2024-03-15 21:13:57
En la sección: Nacional Archivos – Últimas Noticias de Venezuela y el Mundo

Publicado en Nacionales

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