A la memoria de Lucila Naranjo âLuchyâ.
âPascua marcial, hambre mortalâ.
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âA fuerza de ayunos, llegan las pascuasâ.
âFui recorriendo infiernos para salir de tiâ.
âSi cruzas el infierno, no te detengas, sigue caminandoâ.
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Anónimos.
Lo último que apuntó Julia rugiendo desde el auto fue que no olvidara la barba Claus. Con el desfilar de las redenciones de Cristo, habÃa sido herencia familiar de la pascua florida, en fiestas Navideñas, EpifanÃa y Pentecostés, una suerte de talismán que, según los carnales, protegÃa de adversidades propios de las ceremonias, y al mismo tiempo, un sÃmbolo foráneo que soldaba a Santa Claus, a la pascua originaria; por supuesto la tomé y salimos como locos del estacionamiento rebasando las quebrantadas ojeras del cuidador, harto de tanta cruz y trasnocho, mal abonado.Â
Desde que arrolló el gato del guachimán, Julia conducÃa cual poseÃda, y nunca prevà por qué lo hacÃa con tal indiferencia. Perseguimos la vÃa a millón con la alborotada al volante y el tráfico fértil. La tercia apretaba el pedal, y la palanca como yunta de buey y con la diestra al rostro y la zurda en la cima del volante, empezaba con muecas geniales a zanjar el manejo. Como buen consorte, solo procuraba sexolescencia plena entre nuestras tareas, al tiempo que febril de urbe y prisa, la fiera, conducÃa como âalma que lleva er diabloâ, al caos urbano.
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Luego del caudillaje Juliano e insólito, conseguimos la capital del diálogo, donde se discute sin escuchar y se escucha sin oÃr. Un capitalino reveló que algunos la conocÃan como la Walking Dead porque todos circulaban cual zombis; otros le decÃan la mortÃfera, con esos 29000 homicidios anuales, y es cierto que por ahà tiemblan a lo Buzz Aldrin (al infinito y más allá), por la inseguridad, (o a lo infinitesimal, y más acá), a lo querida encogà a los niños, por el hambre. La eternidad en una sentencia de balas, y el infinito en la palma arruinada de la mano. La poética del lodazal patriótico y miliciano.
Julia hablaba sin frenar, y alegaba que lo eterno para uno se abrevia en los coloquios sin principio, en el perené atropello e inacabada hilera para obtener gasolina, o los crueles hastÃos en la banca universal por los billetes, en la infinidad de latas del cajero automático, en el perpetuo alistamiento de mono-rizados unidos en tropas, en la inmutable criminalidad de los resteados matarifes del suburbio, en los restos despreciativos en las listas de la OLP, en el sinfÃn de golondrinos del cabecilla diciendo hasta la victoria siempre, en esa sociedad en eterna maledicencia y educada mala educación, en los suministros y dietas que eternos ascienden al pulcro Olimpo; a duras penas se gana clausurar con aire, el excite. Julia, viene delante en su vértigo entrometido sin tener como sortear la urbe, y yo, como cualquier otro gato adventicio, sensible a los breviarios velocistas de la dueña, me impaciento tras los espejos supersónicos del Batimóvil.
En el Centro Comercial, Julia circulaba como manejaba en la vÃa. Sin semáforo rojito. Para ella la autopista vivÃa en luz verde y dele. De punta a punta recorrimos la feria navideña. Desde bombillos titilantes a enormes Santas barbiespesos. Bolitas para adivinar y toda clase de artÃculos rojitos, y verdes. El carrito full de vainas para el pino artificial, el nacimiento del MesÃas y la mesa de epifanÃa antes del cul-de-sac de la cajera. Sobresalientes, desde el metal de la carroza de compra, la corona de advientos y el anuario respectivo, con sus chocolaticos a la usanza teutona, van balanceando sobre el borde con su bitácora mÃnima.Â
Manteniendo la tarta navideña y su azabache melaza esponjosa, pensaba en la cara de mamá, ese cielo galante para el gusto del distraÃdo. La vida podÃa ser dulce en ocasiones, pero es amarga, para demasiados. Con ese criterio partimos a la paga y ¡bingo! el punto de venta no funciona, solo cash. La facha de Julia fue un resbalón en la mitad del porte de la autorizada que no daba para el deleite. El timbre del primer round fue un clásico comercial: 298 mil cocos, mostró el vale a Julia; el descaro subió a la fuente de pago en la expendedora del tedio.
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Full de bochorno por el problemón de Julia, me subà la barba Claus que habÃa tomado al salir de casa antes de que algo peor lograra caernos del cielo. La encargada no conseguÃa creerlo. Hubo fuerte rumor de que concurrÃamos desde Credi Card. El escándalo de Julia se mantenÃa activo. Maldijo desde Petare hasta la Pastora, y el Ãvila como testigo.Â
Volviendo nerviosos empezó a llover y en el cruce de la UCV se pinchó un neumático. Por supuesto, los mono-rizados ayudaron, y cortésmente nos asaltaron celulares y efectivo. No se preocupen, dijo el jefe cabezota, que todo sea por el colectivo y para la Misión Hampa Tuya, que alerta de peores grandes carajos, las otras afueras. Lo mejor de lo peor, al servicio patriota⦠aunque usted no lo crea.
Retornamos a casa con nada de lo que fuimos a buscar. Ir por lana y salir trasquilado. Fuimos y vinimos pilotando, pero en casa la bitácora no era ni tantito menos aérea. Julia planeaba entre los invitados y los ornatos, adornando bambalinas, dirigiendo hojarascas, rociando el nacimiento con escarcha, recogiendo los rucios y prÃncipes que abatÃan las visitas beodas, rociando bolas y empolvando lágrimas del pino con nieve falsa, regañando a los desordenados, rigiendo el show de rojos, verdes y blancos, al tiempo que la arrechera se iba volando entre el tul de pascua y los buenos recuerdos de aquellos que ya no volverÃan a despedir el año.
En casa la Claus me sentaba de perla, pero hoy ha sido ave de mal agüero. Logré colarle haciéndome musiú de los Alpes locales en el caos de la pascua donde la velocidad es el amo del ring. Para Julia siempre. Supe que por aquà no hay más reyes mágicos que yo. Melchor, Gaspar, Va-a-saltar y se desmadró, no entran en carrera. Llegué al fin a mi tocador. La barba pica por el hircismo, otros me dicen que por la neurosis. Y en el bolsillo como que pica más por lo recortado de la dote.
Entre las romanillas de un romano, un pequeño viento con copete de vapores le da luz a mi aposento. La barba brilla en las luces que guiñan a riesgo, como la vida que pestañea a riesgo, hasta que sin aviso se apaga. A mà me da por palpitar, y empiezo a soñar con Julia, y sus prontitudes. Despierto en las arenas de un coliseo rebosante de católicos. Ben-Hur me mira desde su arpillera de aleación. Le devuelvo los azotes de sus ojos. Busco en la cintura el mÃo y lo que asoma es la barba de Noel. Yo de santo no tengo nada. Pero salta a la vista el maligno proceso del orden asocial: nada funciona y todo es para las causas sociales.
La Claus está tristona, siente que su destino es cruel; es muy raro, expresó, una barba fémina para un hombre gordinflón y fofo. Cualquier Nicolás no Maduro. Estamos en el ojo del turbión socialista, y no hay perilla, ni Pelo e Guama que componga este berenjenalâ¦Julia es una puya en un cuarto oscuro, va de prisa y sin abrir los ojos, y uno como mudo, se lanza escribiendo de oÃdo con las orejas del asombroâ¦
MAFC
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elimpulso.com
Publicado el: 2024-02-19 11:37:00
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