La retórica no se compadece con la amargura que sufren los trabajadores. Por tanto, no es justificable la división entre la dirigencia sindical y gremial ante la dictadura
Recientemente, un tribunal emitió una sentencia condenatoria el martes 1 de agosto en Caracas, condenando a 16 años de prisión a 6 sindicalistas por «conspiración y asociación para delinquir». Esto refuerza la percepción de un Estado policial en Venezuela, similar a las dictaduras de Cuba y Nicaragua en nuestro continente.
La respuesta de las ONG de derechos humanos ante esta acción criminal del Estado venezolano fue notable, especialmente el comunicado de PROVEA: “Rechazamos la brutal condena de 16 años” a los sindicalistas Alcides Bracho, Alonso Meléndez, Emilio Negrín, Gabriel Blanco, Néstor Astudillo y Reynaldo Cortes.
Esta acción brutal del Estado refleja la soberbia del poder ante la comunidad internacional, al despreciar las gestiones de la OIT en 2022 y 2023, que envió delegaciones al país para promover el Foro del Diálogo Social. En tal instancia se firmaron compromisos con las organizaciones sindicales y empresariales en torno al reconocimiento de la libertad sindical y al salario digno.
Además, desestima los informes del Comisionado de DDHH de la ONU y las decisiones de la Corte Penal Internacional que instan al respeto de los derechos laborales, la integridad física y la libertad de los presos políticos.
Se enciende la pradera
¿Por qué Maduro refuerza su autoritarismo? Simplemente por verse atosigado por la amarga realidad expuesta por el OVCS en su informe anual 2022. Esta institución registró 7032 protestas en ese año, unas 20 diarias en promedio, incluyendo 3185 protestas laborales, casi el 45 % del total. Hubo un aumento del 7 % en comparación con el 2021, cuando se contabilizaron 6560 protestas.
La procesión continúa. En 2023, las protestas siguen aumentando con 4351 entre enero y junio, un incremento del 11,79% en comparación con el mismo período de 2022, cuando se contabilizaron 3892 manifestaciones, según el OVCS.
El informe señala que, en el primer semestre de 2023, “los derechos laborales fueron exigidos en 3112 oportunidades”, representando el 72 % del total de demandas ciudadanas ocurridas en este lapso.
Es evidente que Maduro y el gobierno necesitan controlar las protestas laborales, amenazando a quienes se atrevan a protestar con cárcel y fabricando cargos falsos que amedrenten las protestas extendidas en estados y regiones.
En resumen ¿cuáles son las exigencias de los trabajadores? salarios “dignos y suficientes”, ya que el monto fijado por el Ejecutivo es menos de cinco dólares mensuales. Los jubilados y pensionados se sumaron a estas quejas, participando en unas 616 protestas junto con trabajadores activos para exigir “la garantía del derecho a la seguridad social”.
La mayoría de los trabajadores sufre en carne propia la villanía de un régimen que los desprecia y manipula como propaganda ante el mundo, al señalarlos como víctimas de las sanciones, cuando en realidad son rehenes de una tiranía que los condena a la pobreza como política de Estado.
Por un espacio sindical unitario
Esa capacidad de resistencia de los trabajadores no percibe señales claras, en sus dirigentes sindicales y gremiales, de unirse ante la tragedia continuada que precariza su condición de vida. La situación amerita concretar una amplia y sincera unidad de centrales y corrientes sindicales con gremios profesionales. No solo con remitidos, poses y ruedas de medios de comunicación, sino tomando la calle para exigir la libertad de los sindicalistas presos, mejores salarios y contratos colectivos dignos.
Los datos de conflictividad laboral señalados por el OVCS resaltan los miles de conflictos laborales ocurridos en 2022 y 2023. Dichos eventos se desarrollaron en forma sectorial, sin la participación colectiva de centrales y corrientes sindicales, lo que resalta la necesidad de explorar un acuerdo de coordinación nacional de conflictos para contrarrestar la brutal ofensiva del Estado venezolano.
La retórica no se compadece con la amargura que sufren los trabajadores. Por tanto, no es justificable la división entre la dirigencia sindical y gremial ante una dictadura que amenaza los derechos laborales y la posibilidad de reconquistar la democracia.
El sindicalismo libre debe verse en el espejo de la oposición venezolana, cuyos dirigentes, por sus errores y egos, no han logrado unirse frente al régimen. Es una obligación concretar la unidad en el mundo laboral ya que los trabajadores representan el sector social que más ha sufrido las consecuencias de la tragedia nacional.
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Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es
Publicado el: 2023-08-09 14:17:07
En la sección: Opinión archivos – Runrun