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De la inaplazable reforma de la Onu al estado planetario

Ricaurte Losada Valderrama

A raíz de la realización de la 78 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas que se lleva a cabo, es propicio tener presente que frente a los agudos problemas globales que afronta el ser humano, debiera ser inaplazable una reforma de fondo al organismo, el principal y ecuménico por excelencia de la comunidad internacional.

La ONU nació ante el fracaso de la Sociedad de Naciones, por no haber evitado la Segunda Guerra Mundial, con unos propósitos limitados de manera muy general a mantener la paz y la seguridad internacionales,  fin que no ha logrado.

Así mismo, busca fomentar entre las naciones relaciones de amistad, realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales y servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar los propósitos, fines  en los cuales ha habido avances importantes.

Sin embargo, no se dotó de mecanismos vinculantes que le dieran herramientas eficaces en la solución de los problemas, quedando ellos a discreción de los Estados y donde los hay, el veto de los cinco miembros que hacen parte en forma permanente del Consejo de Seguridad no lo permite, hecho con el cual la igualdad de sus miembros es una irrisión y donde este organismo tiene el mayor poder dentro de la organización, lo cual hace que actuar o no actuar allí depende de solo cinco Estados.

Pues bien, a la ONU debiera dotarse de facultades más amplias, obligatorias para los Estados y para la humanidad, pues de otra manera, sus recomendaciones se quedan en eso. En mensajes y propósitos de buenas intenciones frente a problemas globales como el recalentamiento global, las migraciones, las drogas sicotrópicas, la guerra y tantos otros que para su solución poca espera dan.

Se necesita, por ejemplo, un código internacional; un poder ejecutivo internacional; una organización judicial  que constriña al cumplimiento de la normatividad; un legislador con competencia para adoptar disposiciones generales sobre los principales problemas globales, pues las actuales son demasiado aisladas y limitadas. Se requiere reformar la Carta de las Naciones Unidas bajo premisas como estas.

Y algo vital que por incidir de manera más directa en la toma de decisiones requiere el compromiso no solo de los Estados sino de toda la comunidad internacional: la democracia, que es posible e indispensable enderezar. De ahí que haya escrito el libro, la Justicia al Servicio de la Política.

Porque la democracia está empezando a ser impopular, necesitamos nuevos líderes mundiales, que lleven a la humanidad a mayor entendimiento y a repensar lo que hemos conquistado.

Así mismo, es necesario hacer realidad la constitucionalización del derecho internacional o constitucionalismo global, la reconfiguración del Estado Nacional o su reemplazo, la posibilidad a mediano plazo de un  Estado regional, como el que podría concretarse a través de la Unión Europea y de una autoridad o gobierno mundial.

Y a muy largo plazo llegará Estado Planetario y desarrollos como el reemplazo de la competencia subsidiaria de la Corte Penal Internacional, como tribunal de última instancia, por una competencia integral en delitos que afectan a toda la humanidad.

Mientras algo de todo ello pueda ocurrir, la pertinencia de Naciones Unidas se encuentra en una encrucijada.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.diariodelsur.com.co

Publicado el: 2023-10-01 11:22:53
En la sección: Diario del Sur

Publicado en Ciencia