Una de las dificultades que la diáspora ucraniana instalada en Europa y EEUU ha tenido que afrontar en estos tres años de guerra es la extendida percepción en Occidente de que Ucrania y Rusia constituyen un mismo país; de que el estado eslavo atacado no deja de ser más que una suerte de prolongación de la Gran Rusia, habitada mayoritariamente por ciudadanos que, o emplean el ruso en su vida diaria y pueden ser asimilados con facilidad en el Estado vecino, o usan el ucraniano, un idioma eslavo similar al ruso y considerado incluso por algunos como un dialecto de la lengua de Feodor Dostoyevski. Percepciones que desembocan en una conclusión que acaba por tener graves efectos en este momento crítico de la Historia que atraviesa al Estado eslavo: su independencia en 1991 en realidad es artificial y obedecería a la voluntad del mundo de crear una plataforma artificial que pusiera límites al gigante euroasiático.
Para luchar contra semejantes estereotipos, para recordar a los barceloneses que sí existe una identidad ucraniana diferenciada de la rusa, Victoria Tissot ha creado una ‘Embajada del Arte’ de Ucrania en Barcelona, que desde que arrancó la invasión rusa, ha organizado ocho decenas de actos culturales, entre proyecciones de películas, lecciones magistrales con supervivientes de la guerra, veladas donde se lee poesía o se escucha música local, o charlas acerca de la identidad cultural ucraniana, en muchos casos con la colaboración de entidades de rancio abolengo como el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB), la Filmoteca o el Museu Nacional d’Art de Catalunya. «En este proyecto trabajamos entre 2 y 3 personas, todas voluntarias, aunque contamos con la ayuda de unas 22-24 familiares de artistas ucranianos refugiados «, aclara Tissot.
Dificultades
En una entrevista con EL PERIÓDICO, esta mujer de elevada estatura nacida en Letonia aunque con largo tiempo de residencia en Ucrania se muestra muy satisfecha con la labor realizada hasta ahora, pese a las enormes dificultades que ha afrontado. La principal, la ausencia de un local. «Carecemos de lugar donde realizar nuestras actividades, y siempre es muy complicado negociar con las salas» para organizar actos, constata. Su última iniciativa que vio la luz se produjo en Sant Jordi. Montaron un vistoso puesto formado por dos mesas donde pusieron a la venta libros escritos por autores ucranianos. Algunos de ellos en la lengua vernácula, como la novela ‘Cazadores de tigres‘, escrita por el escritor Iván Bahrianyi, una novela autobiográfica que narra la historia de Grigori Mnohohrishnyy, un ingeniero deportado al Gulag que escapa del tren y vaga por la naturaleza durante años. Otros títulos como ‘Orfanato’ (Galaxia Gutenberg) de Serhiy Zadan, han sido traducidos al español, son más actuales, narrando la historia de Pasha, un profesor de 35 años, que se ve obligado a buscar a su sobrino en la zona de Ucrania bajo control de las milicias prorrusas tras la revolución de Maidán.
Entre los logros de la Embajada del Arte durante todo este periodo se encuentra la apertura de un ‘Racó d’Ucraïna a Barcelona’ en la librería francesa Jaimes de Barcelona. Una iniciativa que ha despertado un gran interés ha sido una exposición de fotografías realizadas por destacados fotógrafos y cineastas ucranianos, algunos de ellos alistados en las filas del Ejército y que «exploran la lucha y la resistencia del pueblo ucraniano a través del arte y la cultura», una frase que, a decir de Tissot, resume a la perfección la filosofía de la embajada que dirige.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2025-05-02 13:36:00
En la sección: El Periódico – internacional