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El principio de la lata de café o cómo triunfar en Wall Street ‘sin hacer nada’

El principio de la lata de café o cómo triunfar en Wall Street 'sin hacer nada'

Invertir para siempre. Con ese mantra se resumiría la estrategia de inversión que algunos analistas rescatan de forma recurrente en Wall Street. La idea de fondo es que optar por unas acciones con buenos fundamentos y no volver a tocar la cartera puede llegar a ser más rentable que entrar en un rebalanceo sin fin. Tirando de metáfora, es lo que se conoce como principio de la lata de café desde que hace décadas el gestor Robert Kirby acuñara la expresión por la estrategia de inversión del marido de una clienta que había fallecido y que la misma esposa le reveló: seguía en su propia cartera las recomendaciones de compra que Kirby hacía a su esposa, pero cuando el gestor recomendaba vender, él no lo hacía y guardaba los certificados de las acciones en una caja fuerte. Sorprendido tras ver que la rentabilidad de la cartera del marido había superado claramente a la de la mujer, Kirby recordó a la antigua América profunda, en la que la gente guardaba el dinero o los objetos de valor en latas de café que escondían bajo el colchón. El éxito de esta estrategia se ha visto también, por ejemplo, en la cartera ‘do nothing’ (no hagas nada), pergeñada por un analista de Morningstar: ‘congelando’ los valores del S&P 500 de 1993, la rentabilidad de estos ha batido a la del propio índice desde entonces. ¿Dónde está el truco?

En esta ocasión son los analistas de la newsletter de mercados Market Sentiment los que rescatan este postulado inversor a cuenta de una anécdota sobre el famoso inversor value (acciones de valor frente a las de rápido crecimiento) Thomas Gayner. Hace unos meses, la familia Gayner hizo una interesante donación a su alma máter, la Universidad de Virginia. Se trataba del Fondo de Inversión Sostenible y Programa de Becas de la Familia Gayner. Con la donación, los estudiantes tenían que crear un fondo de inversión único que se centre en la capitalización a largo plazo. Según las normas, los estudiantes deben elegir entre 15 y 20 valores para crear su cartera. El problema es que, una vez creada, deben mantenerla durante los próximos 25 años. No se permite comprar/vender/reequilibrar. Una vez transcurridos los 25 años, la mitad de la cartera se venderá y se distribuirá como becas, y los estudiantes volverán a reinvertir la otra mitad.

«Aunque pueda parecer una locura, lo que Gayner trata de enseñar es el principio de la inversión de lata de café, según el cual hay que dejar correr a los ganadores. La lógica detrás de esto es que si inviertes en una empresa, como mucho, puedes perder el 100% de tus inversiones. Pero las ganancias son ilimitadas», señalan desde Market Sentiment. Inevitablemente, sale a relucir el ejemplo de Warren Buffett, oráculo de Omaha e inversor value por excelencia.

Buffett es famoso por haber dicho que hay que invertir con el método de la tarjeta perforada (como el antiguo bonobús): invertir como si solo se tuvieran 20 viajes para picar, es decir, 20 opciones sin vuelta atrás. Esto obliga al inversor a pensar largo y tendido antes de invertir, y da tiempo a que sus inversiones se acumulen. Buffett ha seguido más o menos el ejemplo al mantener sus inversiones durante décadas (Coca-Cola: 34 años, Amex: 29 años, P&G: 18 años).

Buscando fondos que hayan apoyado esta visión, los citados analistas hacen mención al Voya Corporate Leaders Trust, creado en plena Gran Depresión (años 30) y que llevó este concepto al extremo. El fondo pretendía contrarrestar los riesgos de la negociación y la especulación excesivas que condujeron al crash de 1929. El fondo eligió 30 valores, compró el mismo número de acciones de cada empresa y nunca vendió ni compró otras acciones hasta ahora. Cuando se creó, los gestores del fondo evitaron activamente los «valores de moda» del momento, como la banca, los automóviles y la radio.

Se optó por acciones que aún ‘viven’ hoy día: la ferroviaria Union Pacific, Berkshire Hathaway (el conglomerado de Buffett empezó como un gigante textil), las petroleras ExxonMobil, Chevron y Marathon Petroleum, la química de origen alemán Linde, la multinacional de bienes de consumo Procter & Gamble, el grupo mediático Comcast (surgió de la compra de firmas previas como un operador de cable), la multinacional Honeywell International (trabajo actualmente el sector aeroespacial) y la histórica utility gasística NiSource.

Los gestores del fondo se ciñeron a su plan y mantuvieron las acciones durante la Segunda Guerra Mundial, el Lunes Negro de 1987, la burbuja de las puntocom a comienzos de los 2000 y la crisis financiera mundial sin venderlas nunca. A lo largo de este periodo, fueron testigos de la invención de los ordenadores personales, Internet, el iPhone e incluso los cohetes reutilizables, pero nunca compraron ninguna empresa nueva. Aunque nadie conoce la rentabilidad del fondo desde 1935, cuando el Wall Street Journal evaluó su rendimiento en 2019, el fondo había logrado superar al S&P 500. Entre principios de 1970 y el 30 de noviembre de 2019, el fondo ganó una media del 11,1% anual, según Morningstar Inc; el S&P 500 dio un 10,5% anual durante el mismo periodo.

Un ejemplo más reciente lo ofrece la citada cartera ‘do nothing’. Jeffrey Ptak, de Morningstar, elaboró en su momento un análisis en el que evaluaba el rendimiento del S&P 500 si dejaba de reequilibrarse y de añadir nuevos valores. Para su prueba, eligió los valores del S&P 500 en 1993 (ahí estaba ya Apple), invirtió en ellos y dejó la cartera sola durante 30 años. Los dividendos se reinvirtieron y, si alguna empresa era adquirida o dejaba de cotizar en bolsa, esa proporción se trasladaba a efectivo.

Durante el periodo de 30 años comprendido entre el 93 y 2023, la cartera ‘do nothing’ superó al S&P 500 con menos volatilidad. Este rendimiento es remardable teniendo en cuenta que una cartera congelada en el 93 no habría añadido empresas como Tesla, Etsy o Domino’s (uno de los valores con mejor rendimiento de las dos últimas décadas). Esta rentabilidad superior se repitió incluso al iniciar el test en 2003 y en 2013.

La menor volatilidad de la cartera se atribuyó al componente de efectivo (para la cartera iniciada en 2013, en 2023 era un 5% de efectivo) de la cartera, que proporcionó apoyo a la baja durante el desplome de 2000, 2008 y 2020. «Al evitar las empresas de alto crecimiento que suelen incorporarse al índice a bombo y platillo (ejem… Tesla… ejem…), la cartera ‘do nothing’ se inclinó más hacia el value (valor) que hacia el growth (crecimiento)», señalan desde Market Sentiment. Rekenthaler amplió el análisis y demostró que ningún fondo de gestión activa/pasiva podía batir a la cartera ‘do nothing’.

«Lo que parece haber marcado la diferencia es la forma en que la cartera dejó correr a sus ganadores y se abstuvo de entrar en nuevas posiciones», escribió Ptak en su día. «Dado que la cartera ‘do nothing’ no tiene que hacer sitio inmediatamente para las nuevas incorporaciones al índice, como Tesla y Meta, ni reemplazar los nombres que han salido de la cartera (mediante exclusión de cotización), da a valores como Apple la posibilidad de correr más de lo que podrían de otro modo. Esto puede ser una ventaja competitiva, ya que las instituciones más grandes, como los fondos de inversión, carecen de la misma capacidad para concentrarse hasta este punto». «La cartera estaba más concentrada en sus principales participaciones que el S&P 500, y solo Apple llegó a absorber más del 11% de la cartera el 31 de marzo de 2023, frente al 7% del índice real. Aunque Apple ya no parece tan barata, lo era a principios de la década», añade el analista.

Buscando una explicación

Aunque no existen explicaciones concluyentes de la rentabilidad superior de estas carteras de comprar y mantener sine die, hay algunos aspectos fundamentales que pueden dar una pista, apuntan estos estrategas. Uno de ellos es evitar las empresas de alto crecimiento: «Al ceñirnos a nuestra cartera, ignoramos el atractivo de la próxima gran novedad. Como destacamos en las estrategias que baten al mercado, cuando se compran empresas debido a una historia asombrosa y una expectativa de crecimiento futuro (también conocido como alto ratio precio/beneficio -PER-, veces que están en el precio actual los beneficios futuros), lo más probable es que al final nos llevemos una decepción».

«Tanto todas las acciones comunes o all stocks (comparables con el total del mercado de valores) como las grandes acciones o large stocks (comparables con el S&P 500) con elevados PER obtienen resultados sustancialmente peores que el mercado. Las empresas con Per bajos de los universos All Stocks y Large Stocks obtienen resultados mucho mejores que el universo. En ambos grupos, los valores con ratios PER bajos obtienen resultados mucho mejores que los valores con múltiplos altos. Además, no hay mucha diferencia en cuanto al riesgo. Todos los grupos de PER bajo proporcionaron mayores rendimientos a lo largo de los periodos, con un riesgo menor que el del universo», expone el veterano inversor Jim O’Shaughnessy en su libro Lo que funciona en Wall Street.

Otro factor a favor de estas carteras lo constituyen los menores costes de transacción y rotación de la cartera. «Al no tocar la cartera, ahorramos en costes de transacción. Además, un estudio de la Universidad de California sobre 66.000 inversores (titulado acertadamente El trading es peligroso para su patrimonio) descubrió que cuanto mayor era la rotación de una cartera, menor era la rentabilidad media. Los que más negociaban se quedaban un 6,5% rezagados con respecto a la rentabilidad general del mercado», apostillan desde Market Sentiment.

Algo similar ocurre con los impuestos. Aunque no es algo aplicable a las carteras mencionadas como ejemplo, los inversores tienden a evitar el impacto de los impuestos en sus carteras. Con un tipo impositivo del 20%, si se vende una acción ganadora y se reinvierten los beneficios en otra, ésta tiene que subir un 25% para que se alcance el punto de equilibrio.

No es una bala de plata, pero…

Con todo, los milagros no existen y aunque el comprar y mantener ‘de por vida’ pueda ser una estrategia de éxito, «no es de ningún modo una bala de plata», avisan desde Market Sentiment: «Si hubiera comprado los 10 valores más importantes de 1986 y los hubiera mantenido hasta 2022, habría obtenido un rendimiento muy inferior al del mercado. Si esto no le convence lo suficiente, considere lo siguiente: entre las 25.967 acciones cotizadas en EEUU desde 1926 hasta 2016, la rentabilidad más común de comprar y mantener durante una década fue del -100%».

¿Dónde está la gracia entonces? «Lo que estas carteras nos muestran es que es posible crear rendimientos que batan al mercado sin gestionar activamente su cartera o comprar en industrias emergentes. Así pues, si puede resistirse a la tentación de los valores de moda y al ‘próximo gran acontecimiento’, puede acabar ganando a largo plazo. Quién lo iba a decir, ¡no hacer nada compensa!», rematan estos estrategas.

El propio Ptak resume así las lecciones extraídas de su cartera ‘do nothing’: «No insista en estar totalmente invertido en todo momento. Un poco de efectivo adicional, acumulado gradualmente, puede amortiguar los golpes y está disponible para desplegarse según sea necesario al final de un horizonte temporal largo. También puede complementar muy bien una estrategia de dejar correr a los ganadores, ya que actúa como contrapeso a la concentración adicional en la parte superior de la cartera».

«Evite equiparar el éxito con decisiones concretas de compra y venta. La cartera ‘do nothing’ no se apresuró a sustituir una acción excluida de la bolsa por la nueva. Dejó que se acumulara el efectivo, esperando su momento. En general, cuantas menos decisiones tengamos que tomar, mejor. Y esto parece ser cierto incluso en decisiones aparentemente mundanas, como seguir manteniendo 500 valores en cartera o conformarse con menos», agrega.

«Dejemos la intuición en la puerta. La voz responsable de nuestra cabeza nos dice que una estrategia de no hacer nada no puede funcionar. Sin embargo, los mercados desbaratan una y otra vez nuestras expectativas, que a menudo formamos intentando descifrar los acontecimientos recientes y sus implicaciones futuras. Lo mismo ocurre con los comités que seleccionan valores para los índices que supervisan. La paciencia y la humildad vencen a la acción y a las buenas intenciones», concluye Ptak.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es

Publicado el: 2023-12-26 18:54:10
En la sección: elEconomista Mercados

Publicado en Economía y Finanzas

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