Menú Cerrar

Dónde probar los vinos únicos de la DO más extrema de la Península Ibérica

Dónde probar los vinos únicos de la DO más extrema de la Península Ibérica

Una de las 36 Rutas del Vino de España, la que recorre la Denominación de Origen (DO) Calatayud para saborear la garnacha centenaria, sorprende por su cultivo extremo, su riqueza cultural y su belleza natural, pero también por lo antagónico de su existencia. Son estas particularidades las que imprimen el carácter de estos vinos únicos, que pueden presumir de tener las garnachas más premiadas del mundo.

El nombre de esta comarca con DO se adoptó de una fortaleza árabe, el gran castillo de Qal´at Ayyub

La primera curiosidad es el propio nombre de la DO, Calatayud. La ciudad que hoy conocemos y que da nombre a toda su comarca fue fundada en el año 862 por Muhammad I, el mismo emir que fundó Madrid. El nombre se adoptó de uno de los cinco castillos que construyeron, el gran Qal´at Ayyub o castillo fortaleza de Ayyub. Sin embargo, los viñedos que encontraron los musulmanes procedían de tiempos celtíberos, donde en Segeda ya había un lagar con capacidad para dos mil litros de vino; era el siglo II a.C. y hablamos de uno de los lagares más antiguos de Europa.

Castillo de Ayyub.
Castillo de Ayyub.
Carla Royo-Villanova

Vinos romanos

También en la celtíbera Segeda se acuñó moneda por primera vez en España y algunos historiadores culpan a sus valientes habitantes de haber obligado a Roma a cambiar su calendario. Los romanos mejoraron los sistemas de cultivo y engrandecieron el dominio vitivinícola. En el siglo I d.C., el historiador Marco Valerio Marcial (a quien la familia Langa dedica un vino) fue el primero en escribir sobre los vinos de Bilbilis Augusta, ciudad fundada por los romanos un par de siglos antes. Tras el declive de Roma, la zona fue abandonada. Los musulmanes, fieles a las enseñanzas del Corán, no mantuvieron el cultivo de vides, pero curiosamente la DO es Calatayud (Qal´at Ayyub).

Globo aerostático sobre los viñedos de la DO Calatayud.
Globo aerostático sobre los viñedos de la DO Calatayud.
Michel Arenas

Ubicación privilegiada

La privilegiada localización geográfica de la comarca de Calatayud hizo durante siglos de este lugar un deseo. Tras los celtíberos, romanos y musulmanes llegó el rey Alfonso I El Batallador y recuperó el territorio para la corona de Aragón. Los cristianos, a partir de aquel año de 1120, retomaron el interés vinícola. Ciudad y comarca mantuvieron el nombre musulmán de Calatayud, pero para no perder la memoria de los tiempos romanos como gentilicio de Calatayud quedó “bilbilitanos”.

En el siglo I d.C., el historiador Marco Valerio Marcial (a quien la familia Langa dedica un vino) fue el primero en escribir sobre los vinos de Bilbilis Augusta

No en vano aquellos romanos hicieron de Bilbilis una gran ciudad escaparate, donde presumir de un teatro con capacidad para 4.000 espectadores, un gran Foro y termas. Hoy son Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Con la Reconquista, la ciudad será ejemplo de convivencia de las Tres Culturas; cristianos, judíos y musulmanes enriquecieron la comarca con su arte y su gastronomía.

Monasterio de Piedra.
Monasterio de Piedra.
Carla Royo-Villanova

La Colegiata y el Monasterio

Por orden del rey la mezquita se convirtió en la Colegiata Santa María la Mayor, dedicada a la Asunción de la Virgen, primer monumento aragonés, antes que la Basílica del Pilar, y Patrimonio de la Humanidad por su torre octogonal mudéjar, de 72 metros de altura, y un edificio especial por los diferentes estilos que fue adquiriendo a lo largo de los siglos. Su portada retablo en alabastro es renacentista y el blasón de Carlos V indica que el rey estuvo allí. Nadie duda que probara los vinos de Calatayud y su tía abuela, Doña Marina, hermana de Fernando El Católico, pidió ser enterrada en la Colegiata, aunque luego fue trasladada al Monasterio de Poblet. No menos espectacular es su interior, con capillas barrocas, yeserías mudéjares y un coro tallado en madera de nogal.

Con la fundación del Monasterio de Piedra en el siglo XIII se amplió la plantación de vides y los monjes sumaron posteriormente a su oferta el chocolate 

Tras la llegada de los cistercienses y la fundación del Monasterio de Piedra a principios del siglo XIII, se amplió la plantación de vides y tras el descubrimiento de América los monjes sumaron a su oferta el chocolate, que empezó a competir con el vino como buen remedio de males. Por otro lado, la judería de Calatayud fue de las más importantes de Aragón y de España; su sinagoga, del siglo XI, es de las más antiguas de Sefarad. Pasear por la judería es parte importante de esta ruta extrema, variada y bendecida por la historia.

Balneario de Alhama de Aragón, otro atractivo de la ruta.
Balneario de Alhama de Aragón, otro atractivo de la ruta.
Carla Royo-Villanova

Una DO bastante joven

Otro de los curiosos contrapuntos que ensalzan estos vinos y dan rotundidad a la Ruta del Vino de Calatayud es que, siendo viñedos muy antiguos, algunos de más de cien años, estamos en una de las Denominaciones de Origen más jóvenes de España. Creada en 1989, empezó a funcionar en 1990 abarcando territorios rurales. Gracias al apoyo de la DO y de la propia ruta del vino, el sector primario se ha visto muy beneficiado. Este es un ejemplo de lo que se considera la verdadera sostenibilidad.

La de Calatayud, a pesar de ser una DO joven y pequeña, atesora más de 50 medallas internacionales a su garnacha tinta 

Son viñedos extremos por suelo y clima, pero también por la altura, entre 600 y 1.000 metros sobre el nivel del mar. En Calatayud “se vendimia pal Pilar”, aseguran en la zona, y efectivamente es la última vendimia de la Península Ibérica. Es la DO más joven de Aragón y también la más pequeña, pero la que más medallas internacionales a su garnacha tinta tiene en todo el mundo, 51 hasta la fecha. Viñedos y bodegas desconocidas quizá por su éxito internacional, ya que la gran parte de la producción se destina a la exportación.

Uva de Calatayud.
Viña de Calatayud.
Michel Arenas

Experiencias vitivinícolas

De las dieciséis bodegas que forman la DO, cinco participan activamente en la Ruta del Vino de Calatayud ofreciendo experiencias vitivinícolas en los propios viñedos, catas en bodega o la posibilidad de ser enólogo por un día en San Alejandro, elaborando un coupage personalizado.

La ruta ofrece la posibilidad de conocer Bodegas Virgen de la Sierra, Bodegas Langa, Bodegas Esteban Castejón, Raíces Ibéricas y la mencionada de San Alejandro. En total, 51 municipios, tantos como medallas, enmarcados por el Moncayo y regados por seis afluentes del Ebro. Los diferentes tipos de suelo aportan una personalidad a estos vinos de altura, cuyas uvas crecen entre piedra marga y mineral, rojas arcillas o negras pizarras.

La altura y el aire del Moncayo secan la humedad impidiendo plagas y favorecen un vino seco, vivo y fresco

La altura y el aire del Moncayo secan la humedad impidiendo plagas y favorecen un vino seco, vivo y fresco, de aromas suaves pero equilibrados, intensos y sabrosos como los frutales del entorno. Jóvenes o viejos, todos tienen algo de especial: el carácter que imprime lo extremo. Extrema es la altura, pero también el clima, incluso en verano hay una marcada diferencia entre el día, que madura la fruta, y la noche, que frena su maduración. Así se consigue una uva sofisticada, elegante y compleja que remata año tras año en grandes vinos que, además, evolucionan genial en botella, como si agradecieran el mimo tras la lucha.

Bodega Langa.
Bodega Langa.
Carla Royo-Villanova

Bodegas familiares

En Raíces Ibéricas tienen claro que, aunque las parcelas son poco productivas, son un patrimonio que se ha de preservar. Bodegas Langa apuesta desde 1867 por recuperar variedades ancestrales, hacen fermentaciones secuenciales con levaduras propias y ofrecen un proyecto enoturístico como experiencia ideológica y cultural. “Es el futuro para nuestros nietos”, asegura César Langa. También familiar es la Bodega Esteban Castejón, que desde 1945 mantienen los quince depósitos de cemento del abuelo, ahora recubiertos en fibra de vidrio. Son los únicos que utilizan malvasía para sus extraordinarios vinos blancos. Organizan catas en bodega dirigidas por los propietarios.

Bodegas San Alejandro es la cooperativa y bodega más grande de la DO; en 1962 la comenzaron seis familias y ahora aglutina a 1.200

Bodegas San Alejandro es la cooperativa y bodega más grande de la DO; en 1962 la comenzaron seis familias y ahora aglutina a 1.200. Baltasar Gracián es el héroe de la bodega y San Alejandro lleva a rajatabla una de sus célebres citas, “saber y saberlo demostrar es valer dos veces”, ya que llevan la excelencia más allá de sus vinos, todos con puntuaciones entre 91 y 97 puntos Parker, y la bodega es un prodigio del buen gusto.

Congrio con garbanzos del Mesón La Dolores.
Congrio con garbanzos del Mesón La Dolores.
Carla Royo-Villanova

Variedad de vinos y platos 

La viticultura heroica de Calatayud no se limita a la uva garnacha tinta y sus clones; también hay variedades como tempranillo, syrah, cabernet sauvignon, mazuela, bobal, merlot y monastrell. Para los blancos cultivan macabeo, viura, garnacha blanca, gewurtraiminer y sauvignon blanc. La ruta transcurre entre viñedos de cepas viejas y vinos vivos, pero también cerezos, almendros y melocotoneros, sin olvidar la belleza de sus pueblos, el peculiar arte mudéjar aragonés que es Patrimonio de la Humanidad, los balnearios de aguas geotermales como en Alhama de Aragón, el campo de Augusta Golf o la exuberante vegetación, cuevas y cascadas del Monasterio de Piedra, donde disfrutar también del Museo del Vino de Calatayud y de su exquisita gastronomía.

Los bizcochos de Soletilla, los adoquines de Calatayud o las frutas de Aragón son el emblema dulce de esta comarca

Es esta otra de las piezas claves de esta ruta extrema; aquí los contrapuntos son el famoso ternasco y el congrio gallego, que desde tiempo inmemorial llegaba desde los secaderos de Muxía hasta Calatayud, donde se hizo fuerte con los garbanzos y ya es plato típico. De sus vegas llegan las verduras, con la borraja como reina indiscutible, y las delicias bilbilitanas, como los bizcochos de Soletilla, los adoquines de Calatayud o las frutas de Aragón, que son el emblema dulce de la comarca. Además del restaurante del Monasterio de Piedra, destacan los restaurantes del Mesón de la Dolores, el Hotel Castillo de Ayud y el icónico Casa Escartín.

Apúntate a nuestra newsletter y recibe en tu correo las mejores novedades para disfrutar al máximo del placer de comer.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.20minutos.es

Publicado el: 2023-06-26 08:12:06
En la sección: Gastronomía

Publicado en Gastronomía