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¿Cómo se representa la batalla de Stalingrado en el cine y la literatura?

¿Cómo se representa la batalla de Stalingrado en el cine y la literatura?

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Juan CastroviejoDoctor en Humanidades

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Solo pronunciar su nombre estremece: Stalingrado. En apenas seis meses, la encarnizada lucha entre las tropas rusas y alemanas por el control de la actual ciudad de Volgogrado convirtió aquella batalla en la más sangrienta de la humanidad. Un medallero del horror al que se encaramó aupada por los dos millones de vidas segadas entre el 23 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943, y que desde entonces ha concitado el interés natural que despiertan los grandes acontecimientos que jalonan nuestra historia.

Una mirada al pasado a la que se han sumado el cine y la literatura desde aquellos días terribles para dar cuenta de un enfrentamiento que constituyó el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, finalizada dos años después con la derrota de la Alemania nazi.

Ed Harris como el mayor König en Enemigo a las puertas (2001). Foto: Album.

Stalingrado fue también el teatro de operaciones donde se inauguró el combate urbano a gran escala, fruto de una decisión estratégica nefasta a la postre para el Ejército alemán como fue la destrucción de la ciudad en los primeros días de las hostilidades, lo que ofreció a sus defensores la oportunidad de refugiarse y resistir entre unas ruinas por las que no podían abrirse paso las poderosas unidades blindadas de los invasores.

Ese escenario caótico, el general invierno que ya detuviera a Napoleón en sus aspiraciones de conquista y las diferencias en la moral de quienes defienden su patria de la de aquellos que la atacan, son precisamente la esencia de la producción literaria y cinematográfica sobre una batalla que en noviembre de 1942 se decantó definitivamente a favor de Rusia cuando el 6.º Ejército Alemán de Von Paulus quedó completamente embolsado.


José Luis Hernández Garvi

De la Blitzkrieg o guerra relámpago que había permitido a las tropas alemanas obtener victorias súbitas e incontestables se pasó a la Rattenkrieg o guerra de ratas, en la que un mar de ruinas frenaba ahora el avance como en campo abierto lo hacía la raspútitsa, ese lodazal en el que se convertía buena parte del territorio ruso en primavera tras la fusión de las nieves y en otoño con las grandes lluvias.

De todo aquello dan buena cuenta un sinfín de libros y películas que frecuentemente van de la mano mediante la adaptación al cine de obras literarias de todos los géneros.

Vida y destino

Entre la selección de libros sobre la batalla de Stalingrado, destaca por encima de todos el escrito por Vasili Grossman en 1959 bajo el título de Vida y destino. Publicado como obra póstuma en 1980 tras vencer la censura soviética, el extenso trabajo de Grossman es una antología argumental frente al totalitarismo, que hunde sus raíces en la mejor tradición de la novela realista rusa y que no pocos autores contemporáneos emparejan con la grandiosa Guerra y Paz de Tolstói.

El escritor y periodista Vasili Grossman creó a partir de su experiencia en Stalingrado sus dos obras maestras: Por una causa justa y Vida y destino. Foto: ASC.

Vida y destino da cuenta magistralmente de los pormenores de la batalla de Stalingrado desde la perspectiva de los acontecimientos que debe afrontar el ser humano en una coyuntura fatal como la de una guerra, que transforma radicalmente cualquier vida cuando no acaba con ella.

Una obra en la que se trenzan con extraordinaria maestría los sucesos reales con las vicisitudes de un amplísimo elenco de personajes para ofrecernos un ejercicio único de fusión entre la Historia con mayúsculas y las historias de quienes son sus protagonistas. La excelente factura técnica y la intensidad de la acción convierten a Vida y destino en una obra imprescindible donde la política, el miedo, la generosidad y el amor juegan a la par para ofrecer un perfil completo del ser humano con la aspiración indisimulada de retratar su alma profunda y ponerla ante nuestros ojos.

Enemigo a las puertas

Probablemente, Enemigo a las puertas, del director francés Jean-Jacques Annaud, sea la película que permita entender mejor la batalla de Stalingrado. Producida en el año 2001, la cinta es una adaptación de la novela homónima de Willian Craig y gira en torno al enfrentamiento de dos francotiradores: Vasili Záitsev por el lado ruso y el mayor König por el alemán, interpretados respectivamente por Jude Law y Ed Harris.

Un enfrentamiento donde se condensa la batalla en la que se desarrolla la película y hasta la propia guerra mediante una metáfora sumaria donde el conflicto entre los seres humanos se concreta en un dilema esencial como el que supone matar o morir, y en el que gracias a la extraordinaria pericia de Annaud se diluyen las diferencias entre los contendientes para que no importen ni sus valores antagónicos ni condiciones tan dispares como las que representan un pastor de los Urales y un aristócrata alemán.

Fotograma de la película Enemigo a las puertas (2001), de Jean-Jacques Annaud. Foto: Album.

Enemigo a las puertas es también un homenaje a la propaganda sin ser propaganda misma y da cuenta de la importancia de los héroes para mantener la moral, de las referencias que todo ser humano necesita para seguir en su lucha y del ejemplo como testigo para guiar a un pueblo hasta la victoria.

Por lo demás, la película se encaja en esa larga tradición del duelo a muerte que retrata como nadie el Western, probablemente el género cinematográfico por antonomasia, cuando la lucha a dos, casi leal y honorable, abre un espacio de silencio sobrecogedor en el estruendo de tiroteos y batallas para recuperar el valor de lo individual frente a lo colectivo.

Todo ello sin olvidar la excepcional primera parte de la película, con imágenes espectaculares de masas ingentes de soldados que acuden a la batalla y extraordinarias escenas como la del relevo del mando ruso, en una memorable lección de liderazgo y motivación que ha llegado como ilustración hasta no pocos cursos de formación directiva en nuestros días.

Stalingrado frente a Stalingrado

Son dos películas homónimas producidas con veinte años de diferencia por los países protagonistas de la contienda: Alemania y Rusia.

Primero fue la alemana Stalingrado (1993) de Joseph Vilsmaier, una de las cintas más caras del cine germano que se realizó al cumplirse medio siglo de la batalla y en la que se cuenta la historia de un puñado de soldados alemanes en la desesperada lucha por la ciudad. Las desgarradoras imágenes y el magnífico retrato de los protagonistas consiguen, más allá de una visión exculpatoria y antibelicista, reflexionar sobre la huella del conflicto en la propia Alemania, como ejemplifica perfectamente el contraste entre las primeras imágenes de aquellos jóvenes alemanes en la Riviera italiana y la crudeza de una lucha despiadada una vez incorporados al frente.

Fotograma de la película alemana Stalingrado, estrenada en 1993. Foto: Album.

La Stalingrado (2013) rusa de Fiódor Bondarchuk se estrenó el 27 de septiembre de 2013 en la misma ciudad de Volgogrado y en ella se reproduce casi mecánicamente un argumento mil veces empleado en el cine bélico, como es el devenir de un reducido grupo de héroes, rusos en esta ocasión, enfrentado a un gigantesco enemigo.

No faltan en la cinta de Bondarchuk una extraordinaria banda sonora y una notable factura en las escenas a cámara lenta, así como una oferta en 3D realmente impactante y una historia de amor propia también del cine bélico, para recordarnos cómo en el borde del abismo solo importa el mismísimo momento.

Y mucho más

Al margen de las obras capitales ya reseñadas, es imprescindible la cita a lo mejor de lo escrito y filmado sobre la batalla.

Entre las películas producidas, deben significarse un buen puñado de cintas rusas, realizadas casi desde el mismo final de la batalla: en Días y noches (1944) de Aleksandr Stolper se ofrece una visión propagandística propia del momento, en la que se entrelazan el heroísmo y el amor sin un ápice de autocrítica, mientras que en El Punto decisivo (1945) Fridrikh Ermler recoge un relato completamente ficticio pero de la suficiente calidad como para ganar un Gran Premio en el Festival de Cine de Cannes de 1946. Por su parte, Nieve ardiente (1974), firmada por Gavriil Yegiazarov, da cuenta de las operaciones para detener a las divisiones alemanas que en diciembre de 1942 luchaban por abrirse camino y auxiliar a sus compatriotas atrapados en Stalingrado. Se trata de la adaptación de la novela homónima de Yuri Bóndarev, quien sirvió como jefe de una batería antiaérea durante la Segunda Guerra Mundial. Por último, debe citarse también la película Ellos lucharon por su patria (1976) dirigida por Serguéi Bondarchuk, padre del director de la película Stalingrado y basada en la novela homónima de Mijaíl Shólojov.

Cartel de Días y noches (1944), dirigida por Aleksandr Stolper. Foto: ASC.

No puede concluirse este somero repaso sin la referencia a Stalingrado: batalla en el infierno (1959) del alemán Frank Wisbar que, alimentada por un evidente espíritu exculpatorio, comenzó a tratar tímidamente en aquel país la Segunda Guerra Mundial para distinguir entre el comportamiento del soldado alemán que representa a un pueblo noble y el de una élite nazi deshumanizada y cruel.

Por lo que se refiere a la producción literaria, también muy abundante, cabe destacar obras como El médico de Stalingrado (1956) de Heinz G. Konsalik, corresponsal de guerra alemán durante el conflicto y que se acabó llevando al cine en 1958. Son también títulos imprescindibles La batalla de Stalingrado (1973) de William Craig, sobre la que se sustenta la película Enemigo a las puertas y Stalingrado (1998) de Anthony Beevor, especialmente este último título por su rigurosa y minuciosa investigación de los hechos. 

Fotograma de Stalingrado: batalla en el infierno (1959), dirigida por Frank Wisbar. Foto: ASC.

También son muy destacables en el género autobiográfico las Memorias de un francotirador en Stalingrado de Vasili Záitsev, publicadas por primera vez en 1956 y el libro Stalingrado y yo, escrito en 1960 por Friedrich Von Paulus, quien al frente del 6.º Ejército Alemán encabezó las operaciones en Stalingrado. Por último, deben citarse dos títulos más recientes e igualmente recomendables: Ángeles Vengadores (2017) de la historiadora rusa Lyuba Vinogradova, que se ocupa de la legión de excelentes francotiradoras rusas que lucharon en la Segunda Guerra Mundial para reivindicar el papel de la mujer en el conflicto y Stalingrado, la ciudad que derrotó al Tercer Reich (2018) del alemán Jochen Hellbeck, donde a partir de numerosas entrevistas perfila un relato testimonial muy interesante.

En suma, un extraordinario conjunto de obras donde se da testimonio de lo sucedido en una batalla capital como fue la de Stalingrado y se muestran las emociones que lleva al límite cualquier guerra, dando cuenta del valor del cine y la literatura para retratar hechos, despertar conciencias y disparar sentimientos.

Si la primera baja en toda guerra es la verdad, bien deberían ser el cine y la literatura quienes la resucitaran para el gran público, por mucho que durante el conflicto se entreguen a la propaganda; un valor reivindicativo y pedagógico que le cumple a la cultura y que debiera en tiempos de paz contener ese fracaso último de los pueblos que es la guerra.

Por lo que se ve, no hemos aprendido absolutamente nada, y ya se sabe que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla; aunque también es cierto que solo está perdido quien se da por vencido.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-05-22 10:14:11
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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