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descubre su gran legado científico

descubre su gran legado científico

Lo primero que deberíamos hacer es distinguir entre el Legado Cajal y el legado de Cajal. El primero es un conjunto de objetos y pertenencias, la mayoría científicas, que Santiago Ramón y Cajal quiso que se conservaran en su Instituto a su fallecimiento. Consta de 28 222 bienes inventariados, entre los que se encuentran muchos de los preparados histológicos hechos por él y sus discípulos; miles de placas fotográficas, fotografías y cinco cámaras; casi dos mil dibujos científicos de una calidad asombrosa; su biblioteca y parte de su correspondencia; instrumental científico, incluyendo microscopios, micrótomos y un telescopio; algunos objetos personales (bastón, toga, billetera, pasaporte) y sus premios, entre ellos la medalla y el diploma del Premio Nobel. Ha sido conservado gracias a la diligencia y compromiso de los investigadores del Instituto Cajal y es probablemente el mejor fondo documental y científico de un científico de habla hispana del mundo. Muchos consideramos que debe ser el fondo fundacional de un Museo Cajal pero, como digo al final de este artículo, el museo debería ser mucho más.

El legado de Cajal es mucho más amplio, menos tangible y tiene varias derivadas. La principal parte es una obra intelectual y científica de primer nivel, una serie de conceptos, ideas y estudios que han hecho considerar, a nivel mundial, a don Santiago como el padre de la Neurociencia. Cajal impulsó un revolucionario cambio de paradigma en la neurociencia al introducir el marco conceptual básico de la organización de los circuitos neuronales que se utiliza hoy en día.

Su obra incluye estudios sobresalientes sobre la anatomía microscópica del sistema nervioso, análisis comparados sobre el cerebro de los invertebrados y los principales grupos de vertebrados, esquemas pioneros sobre los circuitos cerebrales, observaciones sobre la degeneración y regeneración del sistema nervioso y teorías sobre la función, el desarrollo y la plasticidad de prácticamente todo el sistema nervioso. 

Cajal propuso tres amplias generalizaciones sobre la organización de los circuitos neuronales que se convirtieron en el dogma central de la neurociencia. Primero, las neuronas individuales interactúan con otras neuronas y células efectoras (como los músculos y las glándulas) por contacto o contigüidad, no por continuidad. 

En segundo lugar, el flujo de impulsos neuronales se organizaba a través de circuitos neuronales y no dentro de las neuronas individuales. 

Tercero, las neuronas presentan una polarización dinámica en la que las dendritas y el cuerpo celular son el punto de entrada y el axón el punto de salida de la conducción nerviosa. 

La primera generalización se conoció como la doctrina de la neurona y se confirmó de forma inequívoca en la década de 1950 con la microscopía electrónica. Cajal situó a España entre los países que estaban en la vanguardia de la investigación internacional y por primera y única vez hasta el momento, un español lideró un campo fundamental de la ciencia moderna. La riqueza, profundidad e importancia de la obra de Cajal ha hecho que muchos consideremos que es uno de los grandes científicos de la historia mundial, a la altura de Darwin, Newton, Pasteur o Galileo.

El tesoro de las ilustraciones científicas es otra parte importante de su obra. Los dibujos de Cajal sobre el sistema nervioso han llegado a representar una forma de arte y la mezcla de calidad científica y belleza es única. El periódico The New York Times, al hablar de una exposición itinerante de los dibujos de Santiago Ramón y Cajal por los Estados Unidos, los colocó al nivel de los de Leonardo y Miguel Ángel, una combinación excepcional de rigor científico y expresividad artística.

Exposición temporal ‘Santiago Ramón y Cajal’ en el Museo Nacional de Ciencias NaturalesMNCN

La Escuela Heurohistológica Española, el Instituto Cajal, la JAE…

La obra científica de Cajal tuvo dos extensiones: sus discípulos, la llamada Escuela Neurohistológica Española y el propio Instituto Cajal. Los investigadores formados por Cajal fueron un grupo de excelencia, cada uno con temas propios, que fueron completando y ampliando los resultados del Maestro. Esta nueva generación de investigadores consolidó un prestigio que hizo que científicos de todo el mundo vinieran a Madrid a completar su formación. Entre ellos estaban Clemente Estable, gran científico latinoamericano, Wilder Penfield, creador del Instituto Neurológico de Montreal y el futuro premio nobel de 1945, Howard Florey.

El Instituto Cajal es el heredero directo del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, el propio laboratorio de Cajal. El edificio fue dañado durante la Guerra Civil y su plantilla fue gravemente afectada. Algunos murieron en la contienda, como Villaverde, que fue fusilado en la Moncloa por ser de derechas. Otros se alistaron a luchar en el bando republicano, como Rodríguez Pérez o Herrera; o se exiliaron, intentando salvar sus vidas y poder seguir trabajando en laboratorios extranjeros, como Rodríguez Lafora, Río Hortega o Costero. Solo unos pocos permanecen en Madrid durante toda la contienda.

Otro aspecto fundamental y menos conocido popularmente de la obra de Cajal es su labor como presidente de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), tarea que Cajal asumió, aunque rechazó por dos veces ser ministro de educación. La JAE creó centros de investigación, formó una nueva generación de investigadores e impuso un sistema de calidad, en el que los investigadores españoles debían trabajar como sus homólogos internacionales y dar cuentas a la sociedad de sus resultados. España, gracias a Cajal, no solo mandó a formarse al extranjero a cientos de jóvenes españoles que debían reformar y mejorar todos los niveles de la enseñanza, también se convirtió en un centro receptor, uno de los pocos países del mundo donde los jóvenes científicos valoraban que era bueno realizar una estancia y completar y mejorar su formación. Nunca habíamos estado antes en esa selecta red.

Fotografía de la icónica Residencia de Estudiantes. Fundada por la JAE en 1910, se estableció en torno al año 1913 en un nuevo edificio que gozaba de todos los lujos de la época. Juan Ramón Jiménez solía llamar a este lugar «La colina de los Chopos».

Eugenio M. Fernández Aguilar

La obra de Cajal incluye estudios sobresalientes sobre la anatomía microscópica del sistema nervioso. En la imagen, muestra histológica de neuronas de la corteza cerebral con la técnica de Golgi.Shutterstock

La guerra civil española

Sin duda, la contienda arrasó con la ciencia española. En 1938, Franco disuelve la JAE y se actúa contra los responsables de la misma. Su último presidente, Ignacio Bolívar, parte al exilio con 89 años. En general, se «purga» a todas las personas que se suponen desafectas al nuevo régimen, y son especialmente perseguidos los intelectuales, los científicos y, de manera muy intensa, los profesores de universidad. Lo sucedido en la universidad fue calificado por Laín Entralgo en sus memorias como un «atroz desmoche», que fue acompañado por el asalto a las cátedras vacantes por una turba de incompetentes afines al régimen.

La represión buscó y consiguió castigar a los desafectos, forzó la sumisión de los indecisos y cohesionó y benefició a los afines al dictador. En la inmediata posguerra, la mitad de los catedráticos españoles estaban muertos, cesados o en el exilio y el daño fue especialmente relevante en las carreras científicas, en los más jóvenes y en los más brillantes. Cajal, un patriota que llevaba fatal cuando un español se oponía a que otro español tuviera éxito y reconocimiento internacional, se habría desgarrado si hubiera conocido lo que pasó en 1936.

En 1939, termina la Guerra Civil y se crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organización que va a reemplazar a la JAE, y que engloba dieciocho institutos de investigación. El CSIC debía conseguir, en palabras de sus dirigentes, «la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias, destruida en el siglo XVIII». Es decir, se apagaban los fusibles del Siglo de las Luces y volvíamos a la oscuridad. Franco nombra presidente del CSIC a José Ibáñez Martín, ministro de Educación Nacional, y secretario general a José María Albareda, un sacerdote miembro del Opus Dei. En su primer año de funcionamiento, el ministro destacaba como ejemplo de la vitalidad y diversidad del CSIC la creación de una sección de Mariología, destinada a «la determinación de las doctrinas acerca de María madre de Dios».

Vista de pájaro de la fachada principal del Edificio Central del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en la calle Serrano 117 de Madrid. Imagen tomada en los años 60.Fundación FISAC

Una nueva vida para el Instituto Cajal

El edificio del Instituto Cajal, dañado en la guerra, no es reconstruido hasta 1941. Tello ha sido destituido como director y se ha nombrado para su puesto a un médico fisiólogo, José María de Corral García, sin relación con el sistema nervioso. El Instituto Cajal se mantiene con más pena que gloria, pero su esencia se desvirtúa, el régimen de Franco es un paria internacional y la ciencia española está en coma, con una pérdida abrumadora de calidad y prestigio intelectual y científico.

La política de becas al extranjero, los famosos «pensionados» de la JAE, se reduce al mínimo, se les obliga a vivir en centros bajo el control directo del Servicio de Relaciones Exteriores del ministerio y se les indica que deben «someterse sin excepción alguna al régimen de orden religioso, moral e higiénico que dicho Servicio orientará taxativamente».

El Instituto Cajal es trasladado en 1957 a una nueva sede, en la calle Velázquez, 144 y poco a poco inicia un lento proceso de recuperación. En 1986, el CSIC construye un nuevo edificio para el Instituto Cajal en la avenida del Doctor Arce, 37. Este edificio fue inaugurado en 1989 y constituye la cuarta sede del instituto. En la actualidad, está previsto trasladarlo al campus de la Universidad de Alcalá de Henares, donde el CSIC tiene un moderno edificio que fue construido para albergar el Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias y que, tras años vacío, finalmente será la sede del Centro Internacional de Neurociencias Cajal. Tanto los discípulos que marcharon al exilio como los que se quedaron en España animaron una nueva generación de científicos cuya mejor presentación internacional siguió siendo que provenían de la escuela de Santiago Ramón y Cajal.

Tumba de Santiago Ramón y Cajal en el cementerio de La AlmudenaASC

El Museo Cajal y la desidia de dirigentes y ciudadanos

El franquismo hizo una instrumentalización desde muy pronto de la figura del premio Nobel y de su obra. Así, aprovechando el Legado Cajal, en 1945 se inauguró en el Instituto Cajal un Museo Cajal con la asistencia de ministros y políticos del régimen. Este pequeño museo se instaló en la primera planta del instituto, aprovechando el despacho y laboratorios que fueron construidos para Cajal y que nunca llegó a ocupar. Hoy el museo no existe, por falta de espacio en el instituto, y la mayoría de sus cosas están guardadas en un pequeño cuarto, esperando un destino.

El Legado Cajal fue reconocido en 2017 por la Unesco en su programa «Memoria de Archivos del Mundo». Algo es algo.

Santiago Ramón y Cajal en su laboratorio de Valencia con un microscopio Carl Zeiss Stand Va.

Alberto Jiménez Schuhmacher

El destino de «las cosas de Cajal» ha sido un ejemplo de la desidia de nuestros gobernantes, del desprecio por los científicos y la ciencia, de una sociedad más pendiente de los fichajes de los equipos de fútbol que de su nivel científico y su futuro. No es un caso único. No se sabe dónde están los restos de nuestro mejor escritor, Miguel de Cervantes, ni los de nuestro mejor pintor, Diego de Velázquez. Aunque quizás es mejor así porque los de Goya se localizaron y alguien robó su calavera. Nuestro mejor soldado fue quizá Blas de Lezo y su cuerpo acabó en una fosa común. Y volviendo al nobel, a nuestro mejor científico, su tumba se encuentra descuidada y vandalizada. Qué gran contraste con cómo recuerdan otros países a sus mejores pensadores e investigadores.

La casa de Joaquín Sorolla, en la calle General Martínez Campos, 37, fue convertida en el actual Museo Sorolla, pero la casa de Cajal en la madrileña calle Alfonso XIII, 64 no interesó a nadie. Fue demolida en su interior para construir pisos de lujo. Además, parte de sus libros —algunos con anotaciones autógrafas de Cajal y dedicatorias—, el retrato de su esposa y otros bienes aparecieron, en un expolio sin, al parecer, responsables, en puestos del Rastro de Madrid.

Algunos de los objetos personales de Cajal, que producto de expolio, terminaron vendiéndose en el Rastro de MadridASC

Iniciativas que no llegan a buen puerto

En febrero de 2020, el entonces ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, anunció en el Congreso de los Diputados el compromiso del Gobierno de poner en marcha un museo dedicado «al mejor científico de nuestra historia». Se puso en marcha un grupo de trabajo «para estudiar y analizar las diferentes posibilidades existentes que puedan garantizar la proyección y difusión del Legado Santiago Ramón y Cajal». No se asignó ni un euro al proyecto y cuando Duque salió del ministerio todo seguía igual. Otra iniciativa para albergar el museo la impulsó el expresidente del Colegio de Médicos de Madrid, Miguel Ángel Sánchez Chillón, con la idea de convertir parte del edificio del colegio en el famoso museo. El proyecto no prosperó porque Patrimonio Nacional, propietario del edificio, no autorizó las obras y porque el CSIC nunca aceptó desprenderse del Legado Cajal.

Y aquí estamos. Si el Museo Cajal es un lugar para colocar vitrinas y fotos antiguas y dejar que el Legado Cajal coja polvo será un fracaso y un insulto a la memoria de don Santiago. No debe ser un museo del siglo XIX, debe ser uno del siglo XXI. Tiene que abordar el cerebro porque es el gran reto de la ciencia de este milenio, nuestro órgano más importante y el eje de la obra de don Santiago; tiene que combinar ciencia y arte porque es una de las señas distintivas de Cajal; podría ser un museo interactivo de la neurociencia, donde los niños desarrollen su curiosidad, su pasión por el conocimiento y permita, en palabras de Cajal, «fabricar cerebros originales», porque entonces estaremos haciendo lo que él hubiese querido, trabajar para que al carro de la cultura española no le falte nunca más la rueda de la Ciencia.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-05-22 10:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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