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Ferninandea, la isla fantasma del Mediterráneo

Ferninandea, la isla fantasma del Mediterráneo

En la madrugada del 11 de julio de 1831, a 30 kilómetros al sur de Sicilia, unos marineros observaron cómo entre las olas del Mediterráneo emergía una columna de agua y humo que al poco tiempo reveló una superficie rocosa de cuatro kilómetros. La isla Ferdinandea o Fernandina debe su nombre a Fernando II de Borbón, monarca que la reclamó para el Reino de las Dos Sicilias.

Pero esta no era la primera vez que este islote volcánico se asomaba al exterior. La actividad volcánica en la isla se registró por primera vez durante la Primera Guerra Púnica, durante el siglo III a.C. La isla forma parte del volcán submarino Empédocles y está situada en una zona volcánica conocida como Campi Flegrei del Mar di Sicilia, una región donde existen muchos volcanes submarinos así como algunas islas volcánicas como Pantelaria. Conocida en la antigüedad como “Tierra de Cíclopes”, se ha dejado ver en cuatro o cinco ocasiones desde entonces, debido a la actividad volcánica de la zona.

Aparición de la isla. Foto: Wikimedia Commons

Volcanes mediterráneos

Casi todos los islotes que rodean Sicilia tienen origen volcánico, por lo que desde siempre las erupciones en esta zona han estado a la orden del día. Aristóteles explicó en su Tratado de los Meteoros cómo la isla Vulcano (que se encuentra a 25 km al norte de Sicilia) brotó del mar entre estruendosas explosiones.

Evidentemente, la noticia del nacimiento de una nueva isla corrió como la pólvora. A pesar de que las erupciones fueron intensas desde el 18 al 24 de julio, muchos científicos y curiosos se acercaron a ella. Una delegación de la población siciliana de Sciacca envió un barco pesquero a inspeccionar la zona. De este modo, Michael Florins, al mando del bote, fue quien trajo las primeras noticias sobre la nueva isla. Se trataba de una superficie de 4 800 m de longitud y tan solo 63 de anchura, con una altura máxima de 60 metros.

Pero Ferdinandea no solo interesó a los geólogos. Su posición estratégica, desde la cual se podía vigilar todo el tráfico marítimo entre África e Italia, la convirtió en objeto de disputa política. El primero en llegar fue el funcionario de aduanas siciliano Michele Fiorini el 17 de julio de 1831, quien plantó un remo allí para reclamar la isla recién emergida para el Reino de las Dos Sicilias.

La isla y el volcán Estrómboli. Foto: Wikimedia Commons

Disputas territoriales

El 2 de agosto de 1831, Humphrey Fleming Senhouse, capitán del barco de guerra St Vincent, nombró la isla en honor a Sir James Graham, el Primer Lord del Almirantazgo, y reclamó la isla para el Reino Unido. Ya solo faltaba Francia, entonces bajo el gobierno del rey Luis Felipe I, que hizo lo propio enviando una expedición liderada por el geólogo Constant Prévost el 17 de septiembre, y bautizándola como isla Julia -en referencia al mes de julio que apareció-. Incluso España mostró interés por la diminuta isla.

En medio de esta competencia territorial, la isla Ferdinandea se convirtió en foco turístico: la gente comenzó a viajar a ella para ver sus dos pequeños lagos, los marineros la observaban al pasar y, según se dice, los nobles de la Casa de Borbón planeaban establecer un centro de vacaciones en sus playas. Pero Ferdinandea seguía siendo geológicamente inestable. Las erupciones volcánicas continuaban y la isla se estaba erosionando rápidamente. Al final, el proceso natural de erosión y la falta de estabilidad geológica llevaron a que la isla desapareciera bajo el agua a finales de 1831, lo que resolvió la disputa territorial de un modo rápido y limpio.

Erupción de un volcán. Foto: Istock

Muerta y enterrada

Después de 1863, el volcán permaneció inactivo durante muchas décadas, con su cima a sólo ocho metros por debajo del nivel del mar. En 2000, una renovada actividad sísmica alrededor de la isla llevó a los vulcanólogos a especular que un nuevo episodio eruptivo podría ser inminente y que el monte submarino podría volver a convertirse en una isla. En octubre 2002 Ferdinandea volvió a ser noticia pues los vulcanólogos esperaban su reaparición al haber entrado en erupción el volcán activo más grande de Europa, el Etna. Al mes siguiente el Instituto de Geofísica y Vulcanología de Roma observó actividad sísmica y emisiones de gases menores en los alrededores y se comprobó que la isla había alcanzado los cinco metros bajo el mar. Todo parecía indicar que los temblores sísmicos dispararían las erupciones volcánicas y provocarían ese extraordinario y fascinante fenómeno: la reaparición de Ferdinandea. Pero no fue así. Por si acaso, marineros italianos colocaron una bandera italiana en la parte superior de la isla sumergida para evitar cualquier reclamación de otra nación.

La región de Sicilia posee numerosos volcanes. Foto: Getty

Desde entonces nada ni nadie ha conseguido despertar a Ferdinandea de su volcánico letargo, ni siquiera en 1986 cuando un avión de combate norteamericano la bombardeó creyendo que era un submarino libio. En la actualidad Ferdinandea se encuentra apaciblemente sumergida a 6 metros bajo la superficie del mar.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2024-01-14 11:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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