Nariño: se agotaron estufas eléctricas ante falta de gas por derrumbe – Otras Ciudades – Colombia

Ana Lucía Cárdenas, que trabaja hace siete años en un salón de belleza de Pasto, se vio obligada a preparar sus alimentos con energía. Dejó de hacerlo con gas por el desabastecimiento del producto que afecta a la ciudad desde hace casi 10 días, por causa del deslizamiento de tierra en la vía Panamericana, a la altura de Rosas, en Cauca.

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«Como se nos acabó el gas hace como una semana y como el trabajo está muy flojo no he podido comprar la pipeta de gas que subió a 180.000 pesos”, explicó y agregó que ante la emergencia que se registra en la región decidió sacar una estufa de una boca que tenía guardada y que había dejado de usar hace por lo menos dos años.

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“Cocino una sola comida para todo el día porque yo arriendo una pieza y aquí no les gusta que se cocine con energía porque dicen que el recibo de la luz llega más caro”, comentó esta madre cabeza de hogar que debe sostener a sus dos hijos.

Eso sí, tiene que hacer sus maromas para preparar la comida diaria sin que los dueños de la casa donde vie como inquilina no se enteren. 

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“Con mis hijos nos encerramos en el cuarto, calentamos la comida y comemos lo que hicimos para todo el día”, contó y añadió que “si la comida sobra la guardamos para el otro día y la calentamos, porque la situación no está para más”.

Ana Lucía Cárdenas vive en el barrio Granada, en el sur de Pasto, y dice que la plata ya no le alcanza para hacer la remesa y menos para comprar el gas.

Pero, otros ciudadanos en Pasto han acudido a la compra de estufas eléctricas que se han venido agotando en la capital nariñense.

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Para sostener un pequeño restaurante en el barrio San Andrés, a pocas cuadras del centro de Pasto, Wendy Suárez se preocupa a la hora de comprar los alimentos que le prepara diariamente a su clientela.

Señaló que el kilo de carne hoy cuesta 24.000 pesos, un panal de huevos 25.000 pesos y ni qué decir de la harina y del aceite, cuyos precios se duplicaron en la última semana.

“Al almuerzo del día no se le puede subir porque entonces la gente se corre y deja de venir”, dice.

Es por eso que pensar en esa posibilidad en este momento sería como sacrificar su negocio y dejar a su familia en la calle.

Esta venezolana que se vino de su país hace cinco años, no pierde la esperanza que la crisis que afecta a Nariño termine pronto: “Dios quiera que este problema se va a solucionar pronto, será temporal”.

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Su restaurante lo abrió hace tres años, cuando se produjo la pandemia por el covid-19. “Imagínese, yo sobreviví a la pandemia aquí y hasta tuvimos que enfrentar el paro. Ahora nos toca salir adelante porque hay que sobrevivir”, anotó la mujer.

Al Gobierno le reclama que dirija su mirada a Nariño y que, por lo menos, recupere las vías de comunicación “porque una región sin carreteras está llevada”, indicó con resignación.

Daniel Cabrera es un joven pastuso que tiene su motocicleta para su uso y el de su familia. Llegó este 18 de enero a las 7 de la mañana, a la estación de servicio del Parque Infantil, con el fin de abastecerse del añorado combustible que ha venido escaseando desde el pasado 9 del mismo mes, cuando ocurrió el derrumbe en Cauca.

“Nariño es un departamento que está olvidado por parte de la gobernación de Nariño, de la alcaldía de Pasto y del Gobierno Nacional”, indica con malestar y también se queja por lo escasos que ahora están el gas y la gasolina en la ciudad. “También subieron el precio los productos de la canasta familiar, están supremamente caros, así es imposible sostenerse”, contó en medio de una larga fila de motos.

Estimaba que si le iba bien y si la prolongada fila de motocicleta en la que se encontraba avanzaba un poco más, podría estar saliendo hacia su casa en el barrio San Vicente a eso de la 1 de la tarde. Pero el cálculo le falló y la espera se prolongó hasta mucho después del mediodía.

“Aquí se pierde toda la mañana haciendo fila. Igual contamos con suerte hoy porque hay muchas veces en que la gente se tiene que quedarse trasnochando en las estaciones para adquirir combustible”, afirmó y contó que amigos suyos han tenido que esperar hasta 14 horas con tal de obtener la deseada gasolina.

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Para él, la motocicleta es muy indispensable, porque además de que le sirve para movilizarse hacia su lugar de trabajo, también va a dejar a su esposa a la oficina y a su hija al colegio.

Otro drama similar es que vive el taxista Bernardo Bastidas. Llegó a la misma estación de servicio a las 6 de la mañana de este miércoles y no es que sea muy optimista de poder lograr que hoy le vendan el ansiado combustible.

“Quién sabe si me vendan. Esta situación cada día es más grave, hay gente que se ha tenido que amanecer para poder tanquear los vehículos”, precisó. Cuando contó las cuadras que tuvo que pasar con su taxi desde que salió de su casa, calculó que son unas 25.

Como lo determinó la alcaldía de Pasto espera que le vendan solamente 50.000 pesos de gasolina, en épocas normales compraba hasta 100.000 pesos y le alcanzaba para unos dos días.

Su mensaje al Gobierno Nacional lo hace con tono de desespero: “que por favor se dé cuenta, estamos pasando una situación muy crítica en Nariño, debería garantizarnos el suministro del combustible por lo menos a quienes prestamos el servicio público”.
El gobernador de Nariño, Jhon Rojas, reitera el clamor al Gobierno Nacional de ayuda y prontas soluciones que vuelva el paso por la vía Panamericana entre Cauca y Nariño, y así terminar una semana de pesadilla por cuenta de las intensas lluvias y los deslizamientos de las montañas.

Recordó que las pérdidas para la economía alcanzarían 1,5 billones de pesos en esta segunda semana de angustia para el suroccidente colombiano. 

MAURICIO DE LA ROSA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
PASTO

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