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Putin deja sin autonomía a Wagner y el resto de milicias apadrinadas por el Kremlin | elperiodico.com

Putin deja sin autonomía a Wagner y el resto de milicias apadrinadas por el Kremlin

Durante muchos años el Kremlin se dedicó simplemente a negar su existencia. Ni Wagner existía ni ninguna otra de las milicias privadas que han proliferado en Rusia en los últimos años. Cuando las evidencias se volvieron abrumadoras, Moscú pasó a negar que tuviera relación alguna con ellas, como si fueran entidades fantasma, completamente autónomas y surgidas a espaldas del poder estatal. Al fin y al cabo, la ley rusa es taxativa al respecto: las milicias privadas son ilegales. Pero la guerra en Ucrania lo ha cambiado todo. En septiembre, Yevgeni Prigozhin reconoció por primera vez ser el fundador y líder de Wagner. La semana pasada lanzó su insurrección armada. Y, esta misma, el Kremlin reconoció que llevaba años financiando a Wagner. Algunas de las caretas se están resquebrajando.

Vladímir Putin no ha sido el primer dirigente ruso en apoyarse en grupos satélites de paramilitares para proyectar su influencia en el extranjero sin tener que hacerse responsable de sus acciones. También lo hicieron sus predecesores soviéticos y los zares antes que ellos. «El principal motivo por el que el Kremlin permitió florecer a las milicias fue preservar la ‘negación plausible’, la capacidad para intervenir en conflictos extranjeros sin tener una participación directa», explica a este diario Sergey Sukhankin, analista de la Jamestown Foundation y autor de un libro sobre el papel de estas organizaciones y su relación con el Kremlin.

Así quedó demostrado en Siria (desde 2015), Ucrania (2014-2022), Libia (2019) y el África Subsahariana (desde 2018), donde Wagner ha servido de brutal avanzadilla para la penetración rusa. Pero hay otros factores. Las milicias le han servido además a Putin para disponer de una reserva perenne de carne fresca en el frente ucraniano sin tener que decretar una movilización general en Rusia, una medida impopular a la que se ha resistido desde el principio de la invasión. No hay duda de que el régimen ha salido ganando, pero también los dueños de los «destacamentos de voluntarios» (como los llama la jerga oficial), que han obtenido contratos estatales, influencia en Moscú y guardias pretorianas para proteger sus intereses en el turbulento pantano del poder ruso.  

Competencia con el régimen

Cada vez más, sin embargo, esas milicias se estaban convirtiendo en un incordio innecesario, ya que Moscú no necesita seguir ocultando que está haciendo la guerra en Ucrania. «Algunas fuerzas estaban quedando aparentemente fuera del control del Kremlin y, en lugar de una negación plausible, Moscú había encontrado en ellas a un competidor”, añade Sukhankin. El ejemplo más claro es la insurrección fallida de Wagner en territorio ruso, la culminación de muchos meses en los que Prigozhin trató de dictar los términos de cómo debía actuar el Ejército ruso en Ucrania y quién debía comandarlo. 

La respuesta del Kremlin a la creciente insubordinación del ‘cocinero de Putin’ fue ordenar en marzo la integración de las milicias en las Fuerzas Armadas. Prigozhin se negó a hacerlo y optó por lanzar a sus mercenarios contra Moscú «para evitar la destrucción de Wagner», pero muchos otros han pasado por el aro. Más de una veintena de grupos paramilitares que operan en Ucrania han firmado desde entonces contratos con el Ministerio de Defensa, según afirmaron la semana pasada sus portavoces. 

Financiadas por el Estado

NNo está claro en qué se traducirá, pero el principal objetivo es dejar a esas formaciones sin los vestigios de autonomía de los que disfrutaban», asegura Sukhankin. «El Estado no está ‘expropiando’ nada porque todas estas milicias, al menos en parte, pertenecían y estaban financiadas por el Estado«. Ese es otro de los puntos importantes que se están despejando estos días. El propio Putin reconoció está semana que, entre mayo de 2022 y mayo del 2023, el Estado ruso aportó casi 1.000 millones de euros a Wagner. «Quiero que todo el mundo sepa que hemos financiado completamente a este grupo desde el Ministerio de Defensa y el presupuesto estatal», dijo el pasado martes el presidente.

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No solo eso. Muchas de esas milicias entrenan en bases militares rusas, emplean armamento estatal y están dirigidas por oligarcas muy vinculados al régimen, como ha escrito Vladímir Osechkin, director del portal de investigación ruso Gulagu.net. De las que operan en Ucrania, la que más se acerca a Wagner en términos de poder numérico es Redoubt (reducto), financiada por los oligarcas Gennady Timchenko y Oleg Deripaska, según medios independientes rusos. También el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, tiene la suya propia, Patriot, activa desde 2018. Pero hay muchas más, como Potok y Alexander Nevsky, vinculadas a la energética estatal Gazprom, o la milicia del señor de la guerra checheno, Ramzan Kadirov. 

Y hay quien piensa, que los dueños de todas ellas, más allá de lucrarse con sus servicios al Estado, están tomando posiciones ante un eventual colapso del régimen de Putin. «Los clanes enfrentados se están preparando para lo que podría venir después: proteger lo que tienen y competir por los ingentes recursos que estarán disponibles tras el desplome del régimen», ha escrito Edward Lucas, analista del Center for European Policy Analysis. Eso, posiblemente, también ayude a explicar por qué el Kremlin ha optado por atar en corto a las milicias. «Esta maniobra es una forma de prevenir el caos en Ucrania, pero también la potencial anarquía en Rusia si las cosas se tuercen», sentencia Sukhankin, el analista de la Jamestown Foundation.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com

Publicado el: 2023-07-01 09:00:47
En la sección: El Periódico – internacional

Publicado en Internacionales