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Hijos, poder y desvergüenza, por Armando Martini

Hijos, poder y desvergüenza, por Armando Martini

La conducta polémica y desvergonzada de ciertos hijos de personajes políticos arroja una luz cruda sobre la simbiosis entre poder y desvergüenza

 

@ArmandoMartini

De una manera u otra los padres desean que sus hijos –en especial, ese que en secreto distinguen– sigan sus pasos. Una herencia es el capital que se deja y otra el legado, manera de pensar que se transmite a hijos, nietos, biznietos.

El bienestar de la familia es pretexto para luchar en la vida. Un grupo familiar exitoso es síntoma –piensan muchos– de triunfo, sea en condiciones de casi esclavitud como en el pasado occidental y la persistencia actual de los musulmanes, o en la más compleja circunstancia de la sociedad en estos días. De ahí el empeño, desde las cavernas hasta tiempos actuales, de patriarcas en decidir sobre el futuro de los hijos. De meterse y creer que resuelven mejor que ellos.

A veces el éxito es la política, entonces demasiados se interesan. En la encrucijada de la política y el poder, a menudo se teje una narrativa que involucra a los hijos de líderes y figuras influyentes. Estos jóvenes, criados en un ambiente de privilegio y exposición mediática, a veces protagonizan situaciones que avergüenzan. Su conducta, polémica y desvergonzada, arroja una luz cruda sobre la intersección entre el poder y la responsabilidad.

¿Por qué ocurre? ¿Por qué algunos desafían la ética asociada con su posición? En parte, se debe a la presión de vivir bajo la sombra de progenitores poderosos. La búsqueda de identidad propia lleva a comportamientos extremos como una forma de rebelión. La desconexión de la realidad, debido a la riqueza y poder, produce una falta de conciencia sobre las consecuencias de sus acciones. Sin embargo, existen los que, con culpa o sin ella, cargan con los actos de sus críos.

Históricamente, hemos sido testigos de casos notorios donde los hijos de políticos han caído en la polémica. De los ejemplos emblemáticos Marie Antoinette, hija de María Teresa I de Austria y esposa de Luis XVI de Francia. Su vida despreocupada y gasto extravagante en medio de la pobreza del pueblo contribuyeron a la imagen decadente de la monarquía y avivaron el fuego de la Revolución francesa. Aquí, la desvergüenza de una heredera real resonó profundamente en la conciencia colectiva.

El hijo de Néstor y Cristina Kirchner, en Argentina, físicamente parecido a su padre –menos alto y más rechoncho– que no puede hacer algún negocito sin que salgan a criticarlo, aunque el chico no tenga mayor notoriedad.

En Colombia, un joven más bien apagado y sin buscar pública relevancia parece metido en un lío de adulterio que lo ha dejado con el hijo propio en una mujer, y la pública denuncia de sus retorcidos negocios en otra, y por ser hijo de quien es. La noticia no es solo lo que haga entre faldas y robos, sino la circunstancia. A quien no se le ha ocurrido otra disculpa que confesar su propio comportamiento paternal, “yo no lo críe”, advierte, no se sabe si para explicar que el joven no salió ladrón por él mismo o si por no haberlo guiado.

En Estados Unidos, el cuestionado es hijo del hombre más poderoso del mundo, y para peor, se llama “cazador” (Hunter) y no es ningún muchacho. Lo que más se critica a su padre presidente no es apoyarlo, que ya molesta, sino que el Gobierno acusador y el sistema de defensa judicial estén actuando con amor y cariño por el cincuentón bandido y corruptor de jovencitas.

Sin embargo, no solo en la historia encontramos ejemplos. En la era moderna, el impacto de los hijos de líderes políticos es igualmente palpable. Los hijos de figuras públicas a menudo se ven envueltos en escándalos que capturan la atención y generan controversia. Desde conductas imprudentes hasta involucramiento en actividades ilegales, la desvergüenza de estos jóvenes puede eclipsar los logros y el legado de sus padres.

¿Cómo evitar que caigan en desvergüenza y controversia? Educación, comunicación y establecimiento de valores sólidos. Inculcar un sentido de responsabilidad, empatía y comprensión de las ramificaciones de sus acciones. La exposición mediática e influencia no son pretexto para eludir el adeudo personal.

La relación entre hijos, política, poder y desvergüenza es compleja y multifacética. Los hijos de líderes políticos tienen la oportunidad de aprovechar su posición para hacer el bien y marcar una diferencia positiva. Sin embargo, deben reconocer la importancia de su papel público, la necesidad de actuar con integridad y compromiso. El desafío radica en encontrar el equilibrio entre la libertad de expresión individual y la responsabilidad inherente a su posición privilegiada.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es

Publicado el: 2023-08-18 16:27:43
En la sección: Opinión archivos – Runrun

Publicado en Opinión