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¿Cómo era la vida de un millonario en el Imperio romano?

¿Cómo era la vida de un millonario en el Imperio romano?

El historiador romano Tito Livio reconocía en el siglo I a. C. que “las riquezas han engendrado avaricia y los abundantes placeres, el deseo de lujo”. ¿A quién no le va a gustar una vida de rico en el Imperio romano? Todos los ciudadanos romanos aspiraban a llenarse los bolsillos, pero las oportunidades eran muy limitadas en la Antigüedad, una época en la que tu futuro iba estrechamente ligado a la clase social en la que nacieras. ¿Cómo se hacía alguien rico en la antigua Roma? ¿A qué se dedicaba? ¿Cómo era un día en la vida de un millonario romano?

Escena idealizada de un amante del arte por Lawrence Alma-Tadema. Wikimedia.

Cómo ganar dinero en la antigua Roma

Uno de los hombres más ricos en la historia de Roma fue Marco Licinio Craso. Si hoy día se suele medir el nivel de riqueza por el número de coches de lujo aparcados en el garaje o el tamaño de la mansión donde vivir, Craso tenía claro que en su época podías considerarte millonario si eras capaz de mantener un ejército propio. En su caso, la mayor parte de su abultada economía la conseguía de la renta: Craso llegó a ser el mayor propietario de bienes inmobiliarios de Roma a finales de la República. Sin embargo, no fue la práctica habitual para enriquecerse y, de hecho, durante la etapa imperial muchos superarían la riqueza que llegó a amasar Craso.

Los ricos de la antigua Roma pertenecían a dos clases sociales: patricios y équites. Los patricios, es decir, la nobleza, nacían en un ambiente privilegiado y los aumentos o disminuciones de su poder adquisitivo dependían de su pericia para desenvolverse en las altas esferas de la sociedad romana. Tal y como señala la historiadora Lucía Avial Chicharro:

Los patricios no podían desempeñar cualquier trabajo, manual o intelectual, que les reportase un beneficio económico directo, puesto que perderían su dignitas, una de las virtudes básicas de cualquier ciudadano que debía ser mantenida siempre. Las únicas actividades que podían realizar eran todas aquellas relacionadas con la política o la guerra”.

Efectivamente, la principal ocupación de un patricio cada jornada era la política, ejerciendo como orador, jurista o financiero para luchar por los intereses de sus negocios y los de sus clientes, así como procurar fastidiar las fortunas y recursos de sus adversarios.

La reputación lo era todo en estos ambientes y los patricios se formaban y esforzaban constantemente para mostrar una buena imagen pública y demostrar su generosidad y valía para acceder a las magistraturas más importantes de Roma. Pero hay que tener en cuenta que no recibían ningún sueldo por ocupar un cargo político o militar.

“Sus beneficios provenían, sobre todo, de las posesiones agrícolas y de las que se tenían en las provincias cuando ejercían cargos. Las provincias eran auténticas minas de oro para los magistrados corruptos, los cuales se enriquecían a través del robo y de la extorsión. Otra buena fuente de ingresos para las clases altas era el botín de guerra tras las conquistas. Aunque este debía pasar, teóricamente, de forma directa al tesoro del Estado, antes era saqueado por el general en jefe, quien recogía los beneficios que estimase oportuno”.

Los caballeros o équite sí podían trabajar en ocupaciones manuales o intelectuales. Muchos de ellos se dedicaron a diferentes negocios y llegaron a enriquecerse más que algunos patricios, al punto de disfrutar de una importante influencia política que también utilizaban para obtener leyes y favores beneficiosos para sus negocios. Sus ingresos llegaban de la recaudación de impuestos por contrato, de actividades comerciales y con un oficio muy lucrativo: banqueros y sus rentables préstamos.

Las termas de Caracalla por Lawrence Alma-Tadema. Wikimedia.

Del negocio al ocio

Claro está que la vida de un millonario no podía consistir en los negocios únicamente. Roma tenía muchísimos días festivos en el calendario. Los ricos, además de participar en los actos religiosos pertinentes, dedicaban su tiempo libre a baños en las termas, paseos por los pórticos y lugares frecuentados por sus amigos y clientes, y la asistencia a espectáculos en el teatro, el anfiteatro o el circo.

Otra opción era retirarse a sus villas de campo o a pie de playa para desconectar del bullicio de la Urbe. Además, uno de los elementos sociales básicos e imprescindibles era la organización de banquetes en su casa, a la que acudían invitados a los que agradecer acuerdos o seguir machacando con oportunidades de negocio frente a una opulenta comida amenizada con música, bailes y demás espectáculos.

En todas estas ocupaciones cotidianas, los ricos disponían de esclavos a su servicio, que le acompañaban hasta el último momento del día para ayudarle a quitarse la toga y retirarse al dormitorio a dormir hasta un nuevo amanecer.

Referencias:

  • Avial, L. 2018. Breve historia de la vida cotidiana en el Imperio romano. Nowtilus.
  • Giardina, A. 2002. El hombre romano. Alianza.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-10-05 11:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades