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Operación Saturno, la debacle «cósmica» alemana en Stalingrado

Operación Saturno, la debacle «cósmica» alemana en Stalingrado

La batalla de Stalingrado es considerada como la más sangrienta de la Historia. Las fuerzas combatientes estaban equipadas para la destrucción absoluta del rival. Más de dos millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos, perecieron en la disputa por la ciudad de Stalingrado entre el 17 de julio de 1942 y el 2 de febrero de 1943. Las tropas que pugnaron al sur de Rusia eran básicamente: el 6.º Ejército alemán, al que se sumaron los efectivos enviados por Italia, Croacia, Hungría y Rumanía; y el Ejército Rojo que, junto al Volga, defendía el centro urbano y el entorno.

Jóvenes soldados alemanes marchan a pie hacia Stalingrado en septiembre de 1942, mientras los vehículos de suministros de la Wehrmacht permanecen atrapados en el barro. Foto: Getty.

Esta fase de más de seis meses marcó el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, pues puso freno a la ofensiva de la Alemania nazi en territorio soviético y debilitó al Eje. Desde ese momento, los soviéticos fueron venciendo a los alemanes, empujándolos fuera de su espacio.

Los soviéticos tuvieron predilección por bautizar con nombres de planetas sus operaciones militares más importantes. La Operación Urano —que además del séptimo planeta, era el padre de Saturno y el abuelo de Júpiter— se desarrolló desde el 19 hasta el 23 de noviembre de 1942, y fue un éxito para los rusos. El 6.º Ejército alemán (con 300.000 soldados) se quedó atrapado en Stalingrado.

Operación Urano

José Luis Hernández Garvi

Por ello, la URSS preparó una campaña ofensiva invernal bajo el nombre de otro planeta. Y, así, entre el 16 de diciembre de 1942 y el 18 de febrero de 1943, tuvo lugar la Operación Saturno. Fue liderada por la URSS, que luchó contra la Alemania de Hitler en el norte del Cáucaso y en la región de Donbas.

La Operación Saturno constó de dos etapas, con el propósito de aplastar a las tropas italianas y rumanas, para luego destruir las dos agrupaciones alemanas. Sobre la marcha, el 13 de diciembre, en conversación con el general Vasilevsky, Stalin modificó el plan original de Saturno reduciendo el alcance por las fuerzas que eran precisas en Stalingrado. La nueva ofensiva fue llamada Operación Pequeño Saturno, y comenzaría el 16 de diciembre de 1942. Si establecemos un símil con el dios romano de la agricultura, Saturno no devoraba a su hijo sino que lo empequeñecía…

Los rusos al acecho

Friedrich Wilhelm Ernst Paulus fue el general que dirigió la frustrada invasión alemana de Stalingrado. Hitler lo había ascendido al grado de mariscal de campo el 30 de enero de 1943, lanzándole la indirecta de que jamás ningún oficial de ese rango se había rendido al enemigo. Lo que el Führer le estaba diciendo a Paulus es que debía entregar su propia vida antes de dejarse capturar.

Soldados de infantería alemanes en las trincheras de Stalingrado, entre septiembre de 1942 y febrero de 1943. Foto: Getty.

Para llevar a cabo los planes de la Operación Pequeño Saturno, Gueorgui Konstantínovich Zhúkov ordenó que el 2.º Ejército de Guardias (una de las más experimentadas unidades del Ejército Rojo) tomara posiciones para esperar el contraataque del alemán Erich von Manstein, quien intentaría liberar al 6.º Ejército de Paulus.

En el río Myshkova, los rusos esperarían a los Panzers, a medio camino entre las líneas alemanas y las fuerzas sitiadas de Paulus. Cuando los tanques alemanes cruzaran el río Aksay, el 51.º Ejército atacaría la retaguardia de la ofensiva alemana con el propósito de embolsar a las fuerzas Panzers. Se desarrollaría entonces un movimiento de pinza que disgregaría al 4.º Ejército Panzer. Enseguida, el 28.º Ejército atacaría hacia el oeste y el 4.º Ejército Panzer tendría que replegarse hacia Rostov.

Cuando los alemanes cruzaran el río Aksay (en la imagen), el 51.º Ejército atacaría su retaguardia. Foto: Shutterstock.

El plan de Zhúkov dio resultado porque los Panzers no pudieron ir en dirección a Stalingrado, debido a que los efectivos estaban exhaustos y solo tenían gasolina para acercarse a trabar contacto con el 6.º Ejército.

Paulus, que durante la batalla de Stalingrado había enfermado de disentería pero rehusó ser sustituido, tuvo que claudicar el 2 de febrero de 1943. Los alemanes fueron trasladados en tren hacia Siberia, muriendo un gran número de ellos durante el viaje y, más tarde, en los campos de concentración y de trabajo.

Friedrich von Paulus se rinde a las tropas soviéticas el 31 de enero de 1943. Foto: Getty.

Durante su cautiverio a manos de los soviéticos, Paulus criticó al régimen nazi y se unió al Comité Nacional por una Alemania Libre. Solicitó a sus compatriotas la rendición y actuó como testigo en 1946 durante los Juicios de Núremberg.

En paralelo a la lucha en Stalingrado tuvo lugar la Operación Marte. Se inició el 25 de noviembre de 1942 con el fin de liberar la ciudad de Smolensko, proyecto que no consiguieron los soviéticos. No obstante, la batalla de Rzhev (entre el 8 de enero de 1942 y el 22 de marzo de 1943) se convirtió en una auténtica masacre, por lo que las escaramuzas fueron conocidas como «la picadora de carne de Rzhev». En la operación conocida como el dios de la guerra participaron dos contingentes soviéticos: el Frente Occidental y el Frente de Kalinin, coordinados por el mariscal Gueorgui Zhúkov, que había vencido a los japoneses en 1939 en la batalla de Jaljin Gol.

Una Pompeya con almas vivientes

El periodista Vasili Grossman (1905-1964) fue enviado como corresponsal de guerra a Stalingrado. Llegó en agosto de 1942, cuando el 6º Ejército alemán amenazaba la ciudad. Allí se encontró con el general Yeriómenko, a quien había conocido en Ucrania. Stalingrado marcó a Grossman de por vida. Dos de sus obras, Por una causa justa y Vida y destino, están inspiradas en el combate. Durante los últimos días de diciembre, visitó la tumba de su primo, fallecido junto al Volga.

En noviembre de 1942, cuando la Operación Urano triunfó y el Ejército soviético fue recuperándose del asedio germánico, Grossman recibió la orden de abandonar Stalingrado para ser sustituido por Konstantín Símonov, otro escritor y corresponsal de guerra.

El escritor y periodista Vasili Grossman creó a partir de su experiencia en Stalingrado sus dos obras maestras: Por una causa justa y Vida y destino. Foto: ASC.

Grossman interpretó como una traición esa decisión. En una carta a su padre, confesaba: «Mañana diré adiós a Stalingrado y tomaré la ruta de Kotélnikovo y Elistá. Parto con un sentimiento enorme de tristeza, como si dijera adiós a un ser querido. Me ligan a esta ciudad sentimientos, pensamientos, emociones dolorosas e importantes, extenuantes pero inolvidables. La ciudad se ha convertido para mí en una persona viva».

Los bombardeos masivos de los alemanes, sobre todo el del 23 de agosto, habían dejado las casas sin ventanas y hasta sin paredes. Muchos soldados «que nunca más se levantarían yacían en los patios y en las calles, centenares de ellos, incluso miles, nadie los contaba. La gente vagaba entre las ruinas en busca de comida o de algo que pudiera servirles». Vasili Grossman comparó la panorámica fantasmagórica que contemplaba con sus propios ojos con la devastación de Pompeya. La diferencia es que en Stalingrado el escenario era peor, quedaban almas vivientes, condenadas a vivir entre cimientos arrasados.

A continuación, Grossman fue enviado a un frente secundario, 300 kilómetros al sur. Durante esta etapa indagó en el tabú del colaboracionismo. En 1943 participó en las batallas de Kursk y del Dniéper y, en julio de 1944, entró en los campos recién liberados de Majdanek y Treblinka, siendo la primera persona en describir los terribles espacios de exterminio urdidos por los nazis. Su relato El infierno de Treblinka sirvió como testimonio en los juicios de Núremberg.

Los soldados alemanes temían el invierno ruso. Sin embargo, no sabían lo difícil que podría resultar luchar allí en pleno verano. El equipo que llevaba cada alemán pesaba 22 kg, incluyendo la máscara de gas. En el estío de 1942 la falta de agua causó estragos; para los militares lavarse se convirtió en un privilegio, y cundieron enfermedades como la disentería o la sarna, además de los piojos.

Monumento a los soldados que murieron en la batalla de Stalingrado, en el cementerio militar soviético memorial de Rossoshki. Foto: Shutterstock.

A raíz de los bombardeos de Stalingrado, al quedarse sin casa, muchos habitantes de la ciudad se fueron a vivir a agujeros excavados en barrancos, pero no pudieron estar allí mucho tiempo porque el frente llegó a las márgenes del río. Para comer, parte de la población intentaba hacerse con cereal quemado en los silos, o robaba en el molino. Los supervivientes llegaron a afirmar que comían barro. Después intentaron escapar a través del Volga. Trataron de encontrar una plaza para embarcar, pero esta empresa era también complicada. Los que no murieron ahogados o alcanzados por el proyectil de un francotirador, decidieron desistir.

Las mujeres se sumaron a los oficios de la retaguardia y del frente —al finalizar el cerco de Stalingrado, centenares de miles de mujeres formaban ya parte del Ejército Rojo—, y si presentaban buena salud se desplazaron con el frente. Algunas de estas combatientes siguieron luchando hasta el final de la guerra y celebraron en Berlín la victoria sin poder olvidar el dantesco recuerdo de Stalingrado.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-05-22 04:15:34
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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