Juez ordena que sea devuelto apartamento que habría sido invadido a extranjero, por un vecino, en el Centro Histórico

El Edificio Pombo es una joya arquitectónica republicana, estilo europeo, construido en la década de los 30 del siglo pasado, y es uno de los símbolos de una ciudad que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el año de 1984. Las fotografías de su fachada abundan en los catálogos internacionales de turismo donde promocionan a Cartagena como destino de encanto.

“Colombia es uno de los lugares más lindos que he visitado en mi vida, pero el sistema judicial colombiano me ha dejado un sabor amargo, he vivido una experiencia totalmente opuesta a lo que había soñado, de las peores de mi vida: comprar e invertir en Colombia para vivir feliz, una vez me retirará de trabajar, pero no fue posible”, dice el expiloto comercial vía telefónica desde La Florida en Estados Unidos. 

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Pombo es uno de los edificios más hermosos arquitectónicamente hablando en el Corralito de Piedra. Sin embargo, esconde una larga historia de gloria y abandono.

La mole fue una de las edificaciones más cotizadas durante las décadas de los 40 y 50 del siglo XX, cuando era ocupado, y con una vida efervescente, por más de una veintena de oficinas de abogados, muchos venidos de Barranquilla, Medellín y Bogotá.

Sin embargo, durante las décadas de los 70, 80 y 90as, tras años a de abandono y devalúo, fue invadido por habitantes de calle, vendedores informales y se convirtió en expendio de droga.

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Fue entonces cuando aparecieron un grupo de ciudadanos- entre ellos el demandado por el extranjero y presunto invasor hoy del apartamento 301- quienes ocuparon algunos apartamentos, expulsaron habitantes de calle, sacaron montañas de basuras de patios y corredores, limpiaron la vieja mole, y nuevamente, cuando nadie daba un centavo por el predio, le dieron vida. Algunos de estos ocupantes siguen reclamando derechos de propiedad.

Después de aquellos años de gloria y olvido, hoy el edificio encierra en sus pasillos y jardines Republicanos una docena de pleitos jurídicos entre esos poseedores que lo ocuparon a finales del siglo pasado y compradores legales que llegaron en este, entre quienes hoy se encuentran personalidades de la farándula nacional.

El edifico está construido sobre un lote de 1.298.02 metros cuadrados, con tres plantas de apartamentos espaciosos. Se ubica en la esquina de la calle del Cuartel del Fijo (la misma de los viejos juzgados de Cartagena), con la Calle de la Estrella, en pleno corazón de la Ciudad Colonial. Una obra, que de ser restaurada en su totalidad, no tendría nada que envidarle a sus similares del Hotel Santa Clara y el Hotel Santa Teresa, edificios insignia de Cartagena de Indias. 

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Dennis relata que, compró el apartamento a su dueño original, Mariano Castañeda Pertuz, en el año 2006, por 80.000 dólares, cuando la divisa estaba a 2.000 pesos. Es decir 160 millones de pesos. Con papeles firmados en notaría y todos los trámites de ley, cómo él siempre lo hizo en su país.

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​Pero tuvo que regresar a su Estados Unidos debido a compromisos laborales y dejó el apartamento al cuidado del abogado Orlando Flórez, un hombre honesto que cumplió a cabalidad con la tarea hasta una mañana del mes de abril del 2009 cuando llegó al inmueble y se encontró con que las chapas habían sido violadas y las guardas de seguridad cambiadas. Flórez ha sido uno de los testigos claves durante el largo proceso.

Así comenzó el calvario de Di Antonio, quien desde entonces regresaría a Cartagena una veintena de veces. pero no a disfrutar de sus playas y ciudad amurallada, sino a pelear en estrados judiciales en busca de recuperar su propiedad.

Este largo pulso en los estrados judiciales dejó una extensa lista de amargas experiencias en este ciudadano norteamericano. Entre la lista de hechos inexplicables y frustraciones que más recuerda está el día, cuando el proceso ya llevaba varios años, en que recibió una llamada donde le informaban que el expediente por su apartamento en Cartagena se lo habían robado: “¿Cómo era posible que unos ladrones hubieran entrado a esos despachos en horas de la noche no para robar electrodomésticos, ni objetos de valor, sino el proceso contra ‘el gringo’ que estaba guardado en un armario?”, relata el extranjero.

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El pleito en los estrados judiciales llegó al punto de enfrentar dos juicios en paralelo por el mismo predio, porque el vecino demandado también reclamó derechos de propiedad en el año 2019, y el juez séptimo civil del circuito de Cartagena falló favor del ciudadano Electo Cáliz Fernández en 2021.

El extranjero apeló, y el caso pasó al Tribunal Superior de Bolívar, sala civil, donde el magistrado descubrió que había una denuncia previa elevada por Denis que llevaba más de una década en proceso, y exigió esperar ese fallo.

Hoy, el ciudadano norteamericano recupera su apartamento en primera instancia. No obstante, fuentes de los Juzgados del Cuartel del Fijo informaron que la contraparte apelará. La última palabra la tendrá en Tribunal Superior de Bolívar.

El Juzgado 13 civil municipal de Cartagena señala en su más reciente fallo que el demandado es el ciudadano Electo Cáliz Fernández, el vecino dentro del edificio quien presuntamente habría invadido el apartamento de Dennis Jhon Di Antonio en el año 2009, tres años después de la compra del apartamento.

“Hoy este invasor está haciendo mucha plata con mi propiedad porque la alquila por días para turistas por plataformas digitales; y yo espero que la justicia colombiana tenga en cuenta esto también, pero en realidad lo que quiero es recuperar mi predio cuanto antes, porque si el primer proceso duró 15 años, me preocupa ahora cuánto más va a durar”, dice Di Antonio en entrevista telefónica con EL TIEMPO.

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“Estoy desilusionado de la justicia colombiana: cómo el hombre que invadió mi apartamento tuvo tanta influencia en jueces y en juzgados y cómo el expediente se perdió, como pudieron los jueces durante 15 años favorecer a una persona que no tenía ningún derecho sobre mi propiedad. ¿Qué tan infiltrado por la corrupción está infiltrado el sistema de justicia colombiano?”, señala indignado Di Antonio, con un español poco fluido.

Este viajero norteamericano, que alguna vez estuvo enamorado de Cartagena de Indias cuando la visitó por primera vez en el año 2002, ya no quiere saber nada de esta ciudad del Caribe.

“Me hubiera gustado vivir en Cartagena en estos tiempo pero hoy no me siento seguro, y mi vida podría estar en riesgo allí. Quiero recuperar mi apartamento, y una vez logre sacar a los invasores definitivamente lo pondré en venta, porque vivir allí nos es viable, no me da tranquilidad. Hoy lo que espero es poder cerrar este capítulo y olvidarme de todo”, concluye.

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EL TIEMPO buscó hablar con el ciudadano demandado, quien vive en el edificio Pombo, y con sus abogados para conocer su postura frente a este juicio… una historia que solo pasa en un país que bien podría llamarse Macondo.

O como dice aquel diálogo inolvidable de la película colombiana ‘La Estrategia del Caracol’, escrita y dirigida por el gran Sergio Cabrera: “Por la injusticia de la justicia…”.