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Justo Mendoza: Carlos Canache Mata, el impecable último tribuno


Justo Mendoza

El fallecimiento de Carlos Canache Mata este 26Ag, a los 96 años, enluta al pueblo adeco, albaceas de su trayectoria e intensa gestión pública. Fue parte de “los grandes” de AD, entendido como los universalmente reconocidos tanto por la adequidad como por la diligencia partidista partícipe de las estructuras organizativas, tanto funcionales como políticas -del rango directivo- y las de corte electivo como convenciones y comités directivos nacionales. Y aunque en AD -excepto en esta etapa decadente- no existían, ni formal ni de hecho, categoría de patricios -herederos de castas fundadoras-, ni la nomenclatura o buró politico, muy del gusto de comunistas y socialistas marxistas leninistas; y toda vez que el comité ejecutivo nacional -de casi 30 miembros- en su función directiva perdía eficacia en acciones ejecutivas del día a día, la cúpula (presidencia, sec gral) reconocieron la viabilidad de un órgano de hecho, “el cogollo”, de significación operativa que no sectaria. CarlosCanache Mata (CCM), fue desde siempre miembro de tan selecto aparato: esto indica su relevancia en AD.
Imposible decir algo de CCM sin abordar su multiimagen, de tres. soportes capitales: el incorruptible, el parlamentario, el intelectual: dotes presentes en su genética política discurriendo en un carácter firme y de expresión temperamental tolerante que adivinaba a un hombre sin vanidad ni ambición de riquezas.

CCM fue un dirigente exitoso como hombre público de primera línea -y no es conclusión sino soporte- en un partido popular, de clara vocación social, que en su emblema resaltan las preseas de una existencia relevante bajo la conducción en un tipo de dirigente, como CCM, y que no por ello fueron tentados por el pecado capital de la corrupción: esta virtud no sólo se asentaba en la conveniencia de ser honesto si no por la congénita ventaja de ser incorruptibles, nacida de la doctrina moral de un partido que entendió el mal endémico de la corrupción desde el soplo genitor de la república. En el ciclo político de Canache, ser honesto, no era una excepción, pero él -como sus pares generaciones (entre otros, Lepage y Piñerúa Ordaz)- fue reconocido por un pueblo que premiaba tal virtud.

Inatacable como político intachable, su fuste de tribuno lo llevó a ser un conductor de parlamentarios y debates -como jefe de la fracción mayoritaria del Congreso Nacional, durante los años ’70 y ’80 – en un escenario nutrido de ‘picos de oro’, duchos “catilinas” criollos apertrechados de doctrina y experiencia. Su dedicación, experiencia, mente ágil y talante negociador, le ganaron el respeto de contrincantes, la admiración y sentido de emulación de sus compañeros y un sitial en el parlamentarismo latinoamericano. Quienes tuvimos desde jóvenes el privilegio de oirlo en el Congreso, en charlas en giras políticas, reuniones partidistas, amistosos condumios y conversaciones personales, quedabamos siempre con la sensación que ese libro pedagógico de política y lucha popular y democrática, que brotaba de él como manantial, no debíamos cerrarlo sino marcar la página pues luego vendrían otras lecciones. Él fue, junto con otros pocos, un protagonista del liberal parlamento democrático que hoy, el miedo a la crítica y a la confrontación plural, hace de la monocroma Asamblea Nacional una cita de aplaudidores, mejor descrito en la Alegoría de la Caverna de Platón.

Se le oía, en rol de maestro y en plan de crítico -visto que ya asomaban su fea cara el tartamudeo y la ignorancia entre los representantes ‘escogidos’ por los partidos-, “la política es una profesión que se debe revalidar todos los días”. CCM, reconocido como biborlado (médico y abogado), adquirió su perfil de intelectual desde su insomne terquedad de autodidacta, más que en la academia. Era un empecinado en el ejercicio de la epísteme, en idear y crear, imaginar y proponer. Los clásicos, la novelística española e inglesa, la narrativa latinoamericana, cobraron en sus manos la narrativa convincente y aguda desde su palabra. Puso de relieve su incursión en la economía y la finanza pública cuando la crisis herrerista desembocó en “el viernes negro”. Sus discursos, sus escritos y su pedagogía robinsoniana en asambleas y reuniones partidistas tallan sólidamente su perfil de intelectual.

Su rendición de cuenta final, le da paso al sosiego y sereno juicio sobre el legado de Carlos Canache Mata, el impecable último tribuno.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.lapatilla.com

Publicado el: 2023-08-27 12:12:25
En la sección: Opinión Archives – LaPatilla.com

Publicado en Opinión